¿Hasta cuándo se puede aguantar la actual situación? ¿Hasta qué límites se puede sostener una situación desesperada? Esta es la cuestión.

El paro
El desempleo es en este contexto el daño colateral más perceptible y pernicioso de la crisis. Hay pocas dudas respecto a que a final del presente año se alcance la cifra trágica de seis millones de desempleados. Este fue el corolario que posibilitó la vuelta de la derecha al poder el pasado mes de noviembre; el problema es que con Rodríguez Zapatero en la jubilación y con Mariano Rajoy en el poder las estadísticas continúan preñadas de paro y, por ende, de miseria y desolación.

¿Quién puede acabar con esto?, ¿cómo?, ¿de qué manera? ¿Existe alguien que tenga la solución?

Recortes
No hay día, ni hora, ni minuto, en el que los ciudadanos no sean asaeteados con alguna nueva medida que habla de nuevos sacrificios impuestos y en forma de trágala .Probablemente sean necesarios, teniendo en cuenta el contexto europeo y siendo conscientes de que el IV Reich es una realidad fáctica. Pero también es un hecho cierto que los españoles, antes que nada, son seres humanos cuya capacidad para el dolor tiene un límite.

Rumbo a lo desconocido
Resulta una evidencia que el Gobierno Rajoy recibió una mala herencia, pero también que durante estos casi cuatro meses se ha dedicado a gobernar para los mercados y Berlín. De forma compulsiva. Y no hay ningún resultado plausible; nada que llevarse a la boca. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe.

Futuro
Lo peor en estas circunstancias no es el presente, infernal, sino el futuro porque el pueblo no puede más. Fundamentalmente el pueblo llano, el mismo que siempre y en toda ocasión se salva a sí mismo y a la nación. Hoy, sin pan y sin esperanza ,¿Qué podemos hacer? Sin duda alguna, seguir sufriendo. En este sentido el presidente Rajoy ha dicho que sólo puede ofrecer sangre, sudor y lágrimas. Al pueblo ya no le queda sangre, está extenuado y se levanta cada día chapoteando en un mar de lágrimas.

Quizá la única solución pase por desplazar ya a Sarkozy del Elíseo y un poco tiempo después aplastar a Merkel en la cancillería de Berlín. Han fracasado. Estrepitosamente. Lo dice hasta Helmut Kohl.

Aún así, no podremos esquivar ni la sangre, ni dejar de oler nuestro propio sudor, ni de enjugarnos colectivamente las lágrimas.

Por mucho tiempo.

Graciano Palomo es periodista y escritor, director de FUNDALIA y editor de IBERCAMPUS