No estaba el horno para bollo alguno y los experimentos -por razones obvias- todos sabíamos que deben hacerse con gaseosa y no con cava o champagne francés. Pero Rubalcaba naufragó en su empeño. Estuvo a punto de irse a pique el PSOE. Quien, no obstante, le niegue al candidato socialista su extraordinaria entrega a tope, su trabajo hercúleo y su voluntad de victoria -jugándose la piel y su futuro político- o es un imbécil o es un demagogo. Sin la crisis y, más que nada, sin cinco millones de parados, Rubalcaba habría barrido a Mariano Rajoy, que ganó gracias precisamente a la crisis, su más fiel aliada.

Guillotina implacable
La realidad, sin embargo, y por causas conocidas como sobre todo la crisis, se ha convertido en la guillotina implacable de presidentes y gobiernos de diversos colores y diversos países. Quienes, desde luego, mandan -más que nunca y a galope- son los mercados y las agencias de calificación. Mandan más, de hecho, que los gobernantes elegidos en las urnas. Esta deriva es muy peligrosa para las democracias, que son -digan lo que digan algunos- el sistema de Gobierno más próximo y al alcance de los ciudadanos, desde los siglos más remotos a la actualidad.

¿Por qué tanto recelo?
En febrero, está previsto el Congreso del PSOE. El Comité Federal acordó que no habría primarias – ¿por qué tanto recelo?- pero sí se facilitarán más los avales para poder acceder a la Secretaría General del partido. Es previsible, y sería positivo que así fuera, que se presenten a las urnas varios candidatos o candidatas. Todo parece señalar que Rubalcaba intentará ser elegido número 1 del partido.

Mecanismo neutral
También hará, al parecer, lo propio Carme Chacón. Y no deben descartarse otros aspirantes a la Secretaría General. El mecanismo conviene que sea impecablemente democrático y neutral. ¿Habrá sorpresas, como las hubo el año 2000, cuando -contra viento y marea- venció José Luis Rodríguez Zapatero?

Los intereses de los ciudadanos
Lo importante sin embargo no es eso. Lo verdaderamente importante es que, sea quien sea el ganador, este país disponga de un gran partido socialdemócrata que defienda los intereses de la gente, de los ciudadanos y que erradique el neoliberalismo, sinónimo del capitalismo salvaje, cada vez más en boga, como demuestra el triunfo del PP.