Da la casualidad que los juicios contra el juez Garzón se producen en unos días en que asistimos a todo tipo de homenajes institucionales públicos a un personaje como el exministro franquista Manuel Fraga Iribarne. Resulta cuanto menos paradójico, por no decir también que francamente escandaloso, que mientras asistimos a estos homenajes institucionales públicos a quien fue uno de los dirigentes destacados de la dictadura fascista del general Franco, se juzgue al único juez español que se atrevió a intentar enjuiciar los crímenes de aquella dictadura. Es un claro regreso al pasado. El regreso a nuestro pasado reciente más negro y trágico, el más oprobioso para el conjunto de la sociedad española. Un pasado, el del franquismo, que algunos no sólo se empeñan en impedir que sea sometido a juicio sino que pretenden condenar a quien se ha atrevido a intentar enjuiciarlo.

Este regreso al pasado tiene también ramificaciones extemporáneas por parte de algunos representantes de la jerarquía católica. Ahí está, por poner un ejemplo, el arzobispo de Tarragona Jaume Pujol Balcells, destacado miembro del Opus Dei, que entrevistado en TV3 no sólo dijo que “una mujer no puede oficiar porque cada uno tenemos nuestra función; yo tampoco puedo hacer algunas funciones que hacen las mujeres: no puedo traer hijos al mundo”, sino que dijo también, refiriéndose a los homosexuales, que “su comportamiento no es adecuado, ni para ellos ni para la sociedad”. Otro jerarca católico, el arzobispo de Valladolid Ricardo Blázquez, ha cuestionado que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, sea la pregonera de la Semana Santa vallisoletana, a causa de su “situación matrimonial”, porque se casó por lo civil. Otro obispo, el de Córdoba, Demetrio Fernández González, ha llegado a decir que “la incitación a la fornicación es continua en los medios de comunicación, en el cine y en la televisión, incluso hasta en algunas escuelas de secundaria, dentro de los programas escolares”

Estamos asistiendo en España a un alarmante regreso al pasado. Un regreso al pasado patente tanto en los homenajes institucionales públicos a un destacado dirigente franquista y en los juicios a los que se somete al único juez que se atrevió a intentar juzgar los crímenes de la dictadura, sino también en la pública expresión reiterada de conceptos propios del más siniestro nacionalcatolicismo integrista. Un regreso al pasado que me ha llevado a recordar unos versos del tan añorado poeta José Antonio Goytisolo, popularizados por Paco Ibáñez en El lobito bueno:

“Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés”.

Jordi García-Soler es periodista y analista político