Les puede; dirigentes del PP y NNGG intentan justificar las fotos, conocidas no porque nadie se haya arrepentido de ellas, sino por el cainismo interno entre los cachorros del PP. Pero se defienden atacando; califican de “bobadas” y “chiquilladas” esos gestos sin preocuparles hasta qué punto puedan compartir esos valores, sin referencia alguna al odio e intolerancia que transmiten. Ni un recuerdo a las miles de víctimas vivas a las que ofenden estos comportamientos.

Manipulan la Historia pontificando con argumentos ridículos; alguno dice que la bandera del pollo negro franquista es la de los Reyes Católicos para justificar las fotos que retóricamente acaban de condenar mientras tachan de anticonstitucional e intolerante la bandera republicana que ven cada vez más presente en las movilizaciones.

Igualan y criminalizan el gesto del puño en alto para suavizar el suyo, el del brazo en alto que perjudica su imagen. Si se logran los JJOO para Madrid, quizá alguno tampoco asista para no presenciar cómo los atletas alzan el puño amenazante, seguramente porque les traiciona el subconsciente, su propia Memoria Histórica en la que sus ancestros combatieron con saña contra los obreros y campesinos españoles que alzaban el puño antes de que existiesen partidos marxistas como señal de unión y progreso, de lucha contra la ancestral opresión de aquella derechona autoritaria y rancia que seguimos sufriendo, incapaz de modernizarse ni en el pensamiento.

Efectivamente; mucha gente alza el puño, gesto grabado en el ADN del Pueblo que surge espontáneo en celebraciones populares y deportivas expresando alegría, fuerza y unión, reminiscencia de antiguas luchas de la gente humilde contra la miseria, por sus derechos. Muchos lo hacemos con orgullo; me gustaría conocer los motivos por los que el PP comprende a quienes vuelven a saludar “a la romana”, en qué piensan cuando lo hacen o posan sonrientes junto a ellos.

Porque en España, por el contrario, el brazo en alto es símbolo de opresión desde su nacimiento; nunca usado hasta que en los años 30 los protofascistas españoles lo copiaron de los italianos resucitando arcaicas ideas de Imperio y dominación, de patrias, fusiles y victorias, expresión de intolerancia y odio de clase. Con él no hubo ningún avance social, sino guerra y represión; así se saludaban los franquistas en la dictadura mientras el puño en alto, prohibido en España, seguía en el resto del mundo como un gesto normal.

Matías Alonso Blasco es coordinador del Grupo Para la Recuperación de la Memoria Histórica

Fundació Societat i Progrés