Dos hechos son incuestionables: Carlos Mazón fracasó estrepitosamente en la gestión de la DANA y el Partido Popular ha invertido un año entero en aplaudirlo en lugar de exigirle responsabilidades. Incluso ahora, con más información sobre la mesa y con un dolor social que sigue abierto, el partido de Feijóo va un paso más allá y trabaja activamente en construirle un refugio político, económico y personal.

A medida que se conocen detalles de la actitud, el comportamiento y los mensajes que circularon el 29 de octubre de 2024, crece la indignación ciudadana y se amplifica la impresión de que Mazón no puede seguir un minuto más en la vida pública. Su gestión dejó un rastro de dolor e impotencia. Sin embargo, pese a este contexto, Feijóo nunca ha planteado su expulsión, ni le ha pedido dejar el escaño, ni ha reclamado explicaciones claras. Al contrario: al final, han terminado premiándolo.

Premiado con más sueldo. Premiado con una oficina de expresident digna de un jeque. Premiado con una comisión fantasma que no se reúne. Premiado con privilegios, asesores y coche oficial. Premiado con el silencio cómplice de Feijóo. Y premiado, lo más grave de todo, con un escaño que le garantiza blindaje político ante la Justicia. Si esto no revela la escala moral del Partido Popular, difícilmente algo lo hará.

Es intolerable que Mazón siga en su escaño. Es intolerable que siga aforado. Es intolerable que siga cobrando. Cualquier demócrata sabe que la política debe situarse del lado de las víctimas, no del responsable político de una tragedia. Pero aquí estamos: el PP ha optado por situarse del lado de Mazón y levantar en torno a él un muro de privilegios, prebendas y propaganda. La pregunta es simple: ¿por qué lo premian? ¿Qué le deben? ¿Qué temen que cuente? ¿Por qué lo mantienen aforado? Señor Feijóo, ¿por qué no explican esto con claridad?

Porque lo cierto es que las explicaciones aportadas por Mazón durante y después de la crisis han sido objeto de duras críticas. La oposición considera que se ocultó información relevante y que se trasladó a la ciudadanía un relato que no se correspondía con la gravedad real de lo que estaba ocurriendo. Los mensajes revelados por la prensa han llevado además a varios partidos a denunciar que la prioridad del entorno de Mazón no fue gestionar la emergencia, sino controlar el relato político y minimizar responsabilidades.

A cualquier dirigente serio, tras semejante controversia, se le exigiría que dejase el escaño, entregase el móvil sin borrar y compareciera ante la jueza sin paraguas jurídico. Pero Mazón no es “cualquier dirigente”: es el hombre que Génova ha decidido proteger a toda costa.

La prueba más clara es el dinero. Mazón cobra casi 62.000 euros al año por un escaño en el que, además, ni siquiera está obligado a acudir a los plenos. Pero no solo eso: el PP le ha colocado una paga extra de casi 9.000 euros anuales por ser portavoz de una comisión que lleva dos años y medio sin reunirse. Una comisión sin actividad, sin agenda y sin utilidad. Una comisión fantasma que crea la percepción de que su única función es garantizarle a Mazón un complemento salarial. Menos trabajo, más dinero y cero responsabilidades. Ese es el “castigo” que el PP le ha impuesto a Mazón después de su gestión de la DANA.

Y luego está la oficina de expresident. Un privilegio que debería destinarse a quienes dejan un legado de servicio público, no a quienes dejaron a su gente en el peor momento. El PP ha utilizado la normativa para desahuciar a la Junta Arbitral de Consumo de un piso público y entregárselo a Mazón, con vistas al puerto deportivo de Alicante, cuatro habitaciones y espacio para él y sus asesores.

Dos asesores. Un conductor. Un coche oficial. Un despacho de lujo. Todo a costa del dinero de quienes sufrieron la tragedia. Todo en tiempo récord. Y todo mientras las asociaciones de víctimas anuncian que no se reunirán con Pérez Llorca mientras Mazón siga en su escaño. Si esto no es un insulto simbólico hacia las víctimas, ¿qué es?

El nuevo president, Juanfran Pérez Llorca, ha demostrado que sus palabras valen menos que las excusas que repite. Afirmó que venía a “cerrar una etapa”, pero los hechos revelan lo contrario: se ha convertido en el guardián de los privilegios de Mazón. Ha decidido alinearse con su predecesor en lugar de alinearse con las víctimas. Ha decidido mantener el muro de opacidad en vez de derribarlo. Ha elegido la continuidad, no la renovación.

Su frase lo dice todo: “El acta se la otorgaron los valencianos”. Es la típica coartada para no mover un dedo, pese a que todos sabemos que, cuando un partido quiere apartar a un diputado, lo hace. Con Mazón, no. Con Mazón, no se atreven.

La oposición en Les Corts lo tiene claro: deben pedirle el acta de forma inmediata y, si se niega a entregarla, debe pasar al grupo de no adscritos. Es lo mínimo que exige la decencia institucional. Pero ni Feijóo ni Pérez Llorca están dispuestos a llegar ahí. Prefieren mantenerlo aforado, protegido tras su escaño, resguardado por el búnker político que el PP ha construido para él.

Porque lo que realmente preocupa al PP no es que Mazón declare. Es que declare sin aforamiento. Sin filtros. Sin control. Sin el blindaje que le proporciona un escaño concedido por su partido, no por la ciudadanía.

La indignación ciudadana es evidente; la de las víctimas, aún más. La Asociación de Víctimas Mortales de la DANA exige que Feijóo declare como testigo, porque las llamadas que Mazón le hizo aquella tarde son clave. Quieren saber qué le transmitió “en tiempo real”. Quieren conocer por qué las versiones oficiales no coinciden con la gravedad de la situación. Quieren saber quién sabía qué, y cuándo. Y quieren saber por qué, aun con toda esa información, el PP sigue protegiéndolo.

La razón es tan simple como incómoda: el PP premia a Mazón porque premiarlo es protegerse a sí mismo. Porque apartarlo implicaría asumir responsabilidad política. Porque dejarlo caer significaría reconocer que fallaron juntos. Porque expulsarlo desmontaría la propaganda que han construido durante un año. Lo premian porque lo necesitan. Lo premian porque calla. Lo premian porque asumir toda la verdad haría temblar su estrategia.

La política no puede construirse sobre la impunidad. No puede construirse sobre el privilegio. No puede construirse sobre el blindaje de quienes fallaron y dañaron a la ciudadanía. Y, sin embargo, eso es justo lo que está haciendo el Partido Popular.

Mazón merece comparecer ante la Justicia sin aforamiento. Las víctimas merecen claridad. Y la ciudadanía merece un PP que deje de premiar a quienes han fallado estrepitosamente. Pero, por ahora, lo único que premia el PP son las sombras, el silencio y el blindaje político de Carlos Mazón. Porque, cuando el PP premia a Mazón, lo que premia es exactamente eso: impunidad convertida en estrategia política.

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