En junio, el recién estrenado Gobierno de Pedro Sánchez autorizó al barco Aquarius a desembarcar en el puerto de Valencia a 630 migrantes, que habían sido rescatados en el Mediterráneo. Ante el vergonzoso abandono por parte de la Italia del fascista Salvini, que más parece el primer ministro que el ministro del Interior, el joven Gobierno español daba un ejemplo aplaudido por el mundo entero. Bueno, por casi el mundo entero, porque a la derecha cavernaria esto le pareció el apocalipsis.

Han pasado poco más de seis meses de aquel hecho y, después de un período de aciertos y errores en la política de rescates, el Gobierno toma una decisión inexplicable. La Capitanía Marítima de Barcelona, dependiente del Ministerio de Fomento, prohíbe al buque Open Arms zarpar desde el puerto de la Ciudad Condal, donde se encuentra retenido. Una decisión legal, ajustada a derecho, pero con muchísimas más sombras que luces.

El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, defiende la “respuesta administrativa” por incumplimiento de acuerdos internacionales. Habría que decir a este ministro que cuando la gente se ahoga y muere en el cementerio en el que se ha convertido el mar Mediterráneo, no hay “respuestas administrativas”. Hay reacción, hay celeridad, hay urgencias, que separan la vida de la muerte.

La ley obliga que, una vez que se rescatan náufragos, sean desembarcados en el puerto seguro más cercano

La ley obliga que, una vez que se rescatan náufragos, sean desembarcados en el puerto seguro más cercano. En los casos de los rescates del Open Arms, esos puertos están en Italia y Malta, Estados que no permiten dicho desembarco. Por lo que el barco tiene que realizar largas travesías y con un número de personas a bordo que excede el límite de seguridad. Como si fuese más seguro estar en luchando a la deriva o con el propio cuerpo contra las gélidas aguas de enero.

Nadie, en su sano juicio, querría colgarse la medalla de una felicitación del mencionado Matteo Salvini. Pues la puñalada ha llegado en forma de tuit: “Stop a traficantes y ONG, también a la izquierda, en España, se dan cuenta de que teníamos razón”, ha publicado el italiano.

“Dime con quién andas…” se queja la izquierda de este país cuando PP y Ciudadanos pactan con Vox. Es hora de que Pedro Sánchez se ponga frente al espejo y rectifique. Que vuelva a poner a España en el lugar que la puso en junio. La idea no es sumarse a Italia y Malta, sino que Italia y Malta se sumen a España.