No obstante, reconozcamos que el ejercicio de la política arrastra serios problemas de credibilidad y de legitimidad ante la ciudadanía. Encargamos a los políticos la administración del espacio común que compartimos, y ese espacio común padece un deterioro importante. Es lógico que se señale a los políticos como culpables, y que se les exijan soluciones. Además, se comenten errores, afloran casos de corrupción intolerables y, para colmo, el día en que se anuncian los mayores recortes en materia de derechos sociales, una diputada del grupo gubernamental insulta a todos los afectados con el tristemente célebre “¡Que se jodan!”.

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