Los agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado tienen obligación de cumplir la ley y de hacerla cumplir. Y entre las normas específicas que les son de aplicación exclusivamente a ellos, han de mantenerse al margen de posicionamientos políticos. Al menos, de manera pública. 

Tienen derecho a manifestarse públicamente por sus cuestiones laborales. Sí. Porque como trabajadores nadie les impide solicitar mejoras. Lo que no pueden hacer es hacer manifestaciones de índole política, ni hacer campaña por ningún partido. 

Es lógico: han de velar por la seguridad y la pacífica convivencia de todos los ciudadanos, independientemente de la raza, de la ideología, de la religión, del sexo. Deben cumplir y hacer cumplir la ley que ha de ser igual para todos. Y cuando intervengan, siempre han de hacerlo con proporcionalidad, esto es: el uso de la fuerza, que lo tienen legítimamente atribuido entre sus funciones, debe ajustarse detalladamente a los criterios que marca la ley. 

Hace un año que dentro de los cuerpos y fuerzas de seguridad se creó un nuevo grupo: Jusapol. Supuestamente pretendían unificar a todos los sindicatos ya existentes, para reclamar la equiparación salarial entre todos los agentes de los distintos territorios. Ese es su lema. 

Nacieron diciendo que no pretendían ser un sindicato. Y criticaron duramente a todos los que había, tratando de explicar que se habían convertido en una herramienta para colocar a gente en cargos mejore pagados y con menos estrés, como son las embajadas, por ejemplo. Pero tardaron poco en constituirse como sindicato. 

A sus manifestaciones suelen acudir políticos de partidos como Ciudadanos o Vox, y en ellas se hacen proclamas que van más allá de lo que dicen defender (la equiparación salarial). 

Si bien es cierto que han hecho manifestaciones por muchas capitales de España, también lo es que en Barcelona repiten. Según ellos, lo hacen para tener mayor atención mediática. Y por ello, dicen, acudieron a celebrar una de ellas el pasado 29 de septiembre, Justo en vísperas del 1 de octubre. Y al terminar la manifestación, hicieron un homenaje a los compañeros que acudieron el año pasado a impedir la votación en el referéndum. En su manifiesto señalaban que el motivo del homenaje era agradecerles su labor por España y su profesionalidad, señalando que su trabajo se había hecho con humanidad. Evidentemente, con las imágenes que ya todos hemos visto, hablar de humanidad en las cargas policiales resulta una provocación. Como también lo son los vítores que hacen en sus manifestaciones contra Cataluña, contra los independentistas, y contra personas concretas como es Puigdemont. 

Jusapol ha sido criticado por contar con el apoyo de Ciudadanos, según han denunciado algunos de los que fueran integrantes del hoy sindicato. Y es evidente que subieron a Barcelona para quedarse, pues después del 29 hubo más concentraciones, como la que han realizado estos días ante las puertas del PSC: un escrache en toda regla. 

No es la primera vez que lo hacen. Y esto, con imágenes como la que acompañan a este artículo, evidencian su absoluta parcialidad, por mucho que quieran disfrazarlo de sindicalismo. 

Mientras tanto, el señor ministro, Grande Marlaska, mira hacia otro lado. Ni un comentario al respecto, ni una medida. 

¿Es de recibo que las fuerzas y cuerpos de seguridad acudan a hacer su trabajo mientras cantan "a por ellos"? ¿Puede el Ministerio del Interior mirar hacia otro lado cuando algunos policías están claramente exhibiendo su alineamiento con ideologías de extrema derecha? 

¿Cabría hacerse la pregunta de si es Jusapol una herramienta que, disfrazada de sindicalismo, está sirviendo como entrada en Cataluña para instalarse y provocar posibles focos de violencia? La clave, evidentemente, está en no contestar a sus provocaciones. Pero: ¿la policía ha de estar para provocar o para pacificar?