Una auténtica vergüenza. El Gobierno de Juan Manuel Moreno Bonilla ha reconocido en el Parlamento andaluz hace unos días lo que cientos de pacientes oncológicos malagueños sufren en carne propia: el nuevo Hospital de Día Oncohematológico del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria sigue cerrado pese a estar terminado desde finales de 2024.

No hay fecha de apertura. No hay previsión de equipamiento. Y, sobre todo, no hay voluntad política. La Consejería de Salud ha admitido que ni siquiera ha recepcionado la obra, pese a que han pasado más de nueve meses desde su finalización. Mientras tanto, los enfermos de cáncer —muchos mayores, frágiles, inmunodeprimidos— reciben sus tratamientos en un pasillo, en sillones viejos, sin privacidad, sin espacio y sin dignidad.

El Clínico Universitario atiende a unos 250 pacientes oncológicos cada semana, personas que acuden a sesiones de quimioterapia en un entorno que no cumple ni de lejos los mínimos exigibles. No hay suficientes sillones, muchos deben esperar horas de pie o sentados en sillas improvisadas. La “sala de espera” es un pasillo, abierto al paso continuo de personal, familiares y pacientes de otras áreas. Quien ha vivido o acompañado a alguien en un proceso de quimioterapia sabe que no es una consulta más: es una prueba física y emocional agotadora.

Los testimonios de los pacientes son demoledores: “No es justo pasar por esto así. Estamos peleando por vivir y nos tratan como si no importáramos”. “Mi madre lleva más de cuatro horas sentada en un sillón que ni se puede reclinar. Tiene fiebre y nadie puede acercarse porque no hay espacio”. “Escuchar a alguien vomitar a medio metro, sin ni una cortina de por medio… es humillante. ¿Esto es lo mejor que pueden ofrecernos?”. Es terrible.

El contraste es tan obsceno como inexplicable. A escasos metros de ese pasillo indigno hay unas instalaciones modernas, amplias y listas para triplicar la capacidad asistencial actual que permanecen cerradas desde hace meses. Un hospital de día nuevo, terminado, vacío, sin uso. Y la única excusa del Gobierno andaluz es que falta el equipamiento, una inversión de unos 700.000 euros.

Una cifra irrisoria si se compara con los más de 500 millones de euros que Moreno Bonilla ha destinado en los últimos meses a conciertos con la sanidad privada. No se trata de falta de recursos. Lo que falta es compromiso con la sanidad pública, sensibilidad política y respeto por los enfermos de cáncer.

En mayo de 2025, el delegado provincial de Salud, Carlos Bautista, declaró que la apertura del nuevo hospital era “cuestión de días”. Cuatro meses después, la obra no ha sido ni recepcionada y la apertura no tiene fecha, según reconoció recientemente la consejera Rocío Hernández en el Parlamento andaluz.

El personal sanitario del Clínico —médicos, enfermeras, auxiliares— hace lo que puede. La atención médica es correcta. Pero trabajar en esas condiciones es agotador, ineficiente e inaceptable. Los profesionales llevan meses denunciando esta situación a través de sindicatos, colectivos profesionales y la propia Junta de Personal del hospital, ha calificado la situación como “denigrante”.

El nuevo hospital de día no es un mero añadido: supone triplicar la capacidad asistencial actual. Contaría con 31 sillones en lugar de 15, 16 consultas en vez de 7, 12 camas, más espacios de aislamiento, zonas de apoyo psicológico y familiares, despachos de información, sistemas de seguridad y climatización adecuados. Y sin embargo, sigue vacío.

Este caso no es una anécdota ni un retraso puntual. Es el reflejo de un modelo político. Moreno Bonilla insiste en que su gobierno “no privatiza” la sanidad andaluza, pero los datos dicen lo contrario: solo este verano ha aprobado 533 millones adicionales para conciertos con centros privados. En paralelo, no libera 700.000 euros para abrir un hospital oncológico terminado.

La pregunta es sencilla: ¿por qué siempre hay dinero y agilidad para derivar recursos a la sanidad privada, pero nunca para reforzar la pública? ¿Por qué una instalación terminada, que aliviaría el sufrimiento de cientos de personas, permanece cerrada mientras la Junta multiplica los acuerdos con empresas privadas del sector sanitario?

La respuesta está en la ideología y las prioridades. Moreno Bonilla ha consolidado un modelo que trata la salud como un servicio externalizable y la atención pública como un gasto a contener. No es una falta de gestión, es una estrategia política.

Más allá de los presupuestos y las declaraciones institucionales, está la experiencia real de los pacientes. Personas debilitadas, con el sistema inmunológico dañado, que pasan más de cinco horas en condiciones precarias, con náuseas, vómitos y angustia, muchas veces pegados unos a otros, sin posibilidad de moverse o descansar con dignidad.

La Fundación Malagueña de Asistencia a Enfermos de Cáncer (FMAEC) también ha denunciado esta situación, exigiendo una apertura inmediata. Como recuerda su portavoz: “No es aceptable que los pacientes vivan su tratamiento en un pasillo, mientras un hospital entero permanece cerrado.”

El drama se repite a diario, y no hay justificación posible. Enfrentarse al cáncer ya es bastante duro. Lo mínimo que puede pedirse a cualquier gobierno es que no convierta ese sufrimiento en un suplicio añadido, producto del abandono político.

La apertura inmediata del nuevo Hospital de Día Oncohematológico no es solo una cuestión de gestión. Es una cuestión de decencia política, respeto institucional y humanidad básica. Cada día que pasa sin que estas instalaciones se pongan en marcha es un día más de sufrimiento innecesario, de espera, de indignidad para personas que ya están luchando por su vida. Y todo esto ocurre en la sexta ciudad más poblada de España, en pleno siglo XXI, con instalaciones nuevas bloqueadas por un gobierno del PP en Andalucía que ha elegido mirar hacia otro lado.

Moreno Bonilla tiene una responsabilidad directa. Tiene los medios. Tiene el hospital terminado. Solo le falta tomar la decisión de abrirlo, dotarlo y contratar al personal necesario. Todo lo demás son excusas que no convencen a nadie.

Sr. Moreno Bonilla, los pacientes no pueden esperar más. La política sanitaria no puede medirse en ruedas de prensa, sino en hechos concretos. Y aquí los hechos son contundentes: hay un hospital nuevo, terminado, y no se usa. Mientras tanto, cientos de personas siguen luchando contra el cáncer en condiciones indignas. La salud pública no es una oportunidad de negocio. Es un derecho. Y si estas cuestiones no le preocupan, lo mejor que puede hacer por Andalucía es marcharse cuanto antes a su casa.

Súmate a El Plural

Apoya nuestro trabajo. Navega sin publicidad. Entra a todos los contenidos.

hazte socio