El selfie de la reina Letizia frente al espejo de un baño envuelta en una pashmina es, sin duda, el campeón de 2023. Al menos es el que puede tener más repercusiones políticas de este año y, probablemente, del que viene. La foto en sí no tendría más importancia, salvo quizá porque no parece baño para una reina, si no fuera por el texto que la acompaña: "Amor. Llevo tu pashmina. Es como sentirte a mi lado. Me cuida. Me protege. Cuento las horas para volver a vernos. Amarte. Salir de aquí. Tuya".

La fotografía con el presunto texto de la reina Letizia lo publicó Jaime del Burgo, ex cuñado de la reina, en su perfil de Twitter los primeros días de diciembre. El día 4 ya lo había retirado junto al resto de sus publicaciones de la plataforma de Elon Musk. No es la primera vez que Jaime del Burgo hace público que fue novio de Letizia Ortiz y amante años después de que esta contrajera matrimonio con Felipe de Borbón.

Sobre los detalles de la presunta relación amorosa entre el hijo del dirigente del PP y la reina de España no voy a extenderme, seguro que ya habrán encontrado amplia información en medios más avezados en estas lides. Pero sí me gustaría destacar algunos detalles que hacen de esta noticia mucho más que un simple asunto de infidelidad, por otra parte intrínsecamente ligada a la historia de todos los Borbones.

Tanto en criminología como en periodismo, la primera pregunta que se hace un buen investigador es a quién beneficia el hecho en cuestión. En este caso, para responder a esa pregunta el camino más corto es interrogarse previamente sobre a quién perjudica. Está claro que perjudica, y mucho, la imagen de la Casa Real y, más concretamente, la del rey Felipe VI. Otra cuestión procedente es estudiar el momento en el que sucede el hecho: muy pocos días después de que el Rey nombrara a Pedro Sánchez presidente del Gobierno.

No hay que olvidar, por supuesto, estudiar el perfil e historial del sospechoso. En este caso sabemos que es hijo de un histórico dirigente del Partido Popular que fue presidente de Navarra por un breve espacio de tiempo, ya que fue destituido por el parlamento Foral de Navarra acusado de malversación de fondos públicos, y diputado y senador (por libre designación de José María Aznar) durante 28 años. Jaime del Burgo hijo, se hizo famoso por su matrimonio con la hermana de Letizia Ortiz, matrimonio que duró poco más que la presidencia de Navarra de su padre. Durante la pandemia fue uno de los personajes que no dejaba de poner en duda la existencia del virus y, por consiguiente, se quejaba e incumplía las medidas restrictivas impuestas por el Gobierno.

La publicación del polémico tuit, pocos días después del nombramiento de Pedro Sánchez, cuando frente a la sede del PSOE se manifestaban miles de personas, siguen haciéndolo unos poquitos, pidiéndole al Rey que no cumpliera sus deberes constitucionales y encabezara un golpe de estado, no parece casual. Por lo tanto, no hay que ser muy sagaz para llegar a la conclusión de que a quién beneficia el deterioro de la imagen del monarca es a la derecha que sigue sin aceptar su derrota en las urnas. No olviden que quien llama Felpudo VI al rey no es la izquierda, sino la derecha.

Pensarán ustedes que la publicación de la presunta infidelidad daña más a Letizia que al Rey, pero eso es porque no se han puesto en la cabeza de un facha. Para un machista, y la extrema derecha y la derecha extrema lo son, no hay nada más humillante que el que le pongan los cuernos al macho, mientras que si sucede al contrario se considera una distinción. Verán ustedes cuántos de estos que ahora acusan de puta a Letizia, acuden encantados a la supermegafiesta de cumpleaños que está organizando en Abu Dabi Juan Carlos, el mayor putero del reino.