Los 77 días que restan para el 20N no darían margen a que acontecimientos “externos” puedan modificar la percepción general de que la derecha está a punto de retornar al poder de la Nación, tras ocho años de travesía por el desierto.

Zozobra
En este contexto lo misma da que el candidato socialista siga mejor valorado que el jefe del PP. Porque al fin y a la postre no podemos olvidar que la zozobra nacional por el posible rescate de la economía española se mantendrá, como mínimo, hasta la fecha electoral o quizá hasta después. Los próximos meses serán también malos para el empleo.

En este contexto, está por ver qué tipo de propuestas es capaz de hacer Rubalcaba al resto de la izquierda no militante del PSOE, porque ahí está la clave de los resultados electorales del 20N, que, en cualquier caso, también conformarán próximos lustros de España.

Viraje al centro
En el libro escrito por Mariano Rajoy que pronto estará en las librerías y que acabo de leer, el probable próximo primer ministro insiste una y otra vez en posicionarse en el centro político y social, así como presentarse como un “tipo normal de clase media” para el que el ejercicio político no lo es todo.

Sabe el gallego que esa posición centrista no sólo es el mejor reclamo electoral para ganar , por fin, unas elecciones generales (hasta el rabo todo es toro), sino muy especialmente para poder gobernar un país como España donde hay que hacer juegos malabares para tener una posición parlamentaria cómoda.

Nacionalistas
Insiste una y otra vez en la recuperación de los “grandes consensos de la Transición” y adelanta que de una forma u otra intentará que CIU y PNV estén en su Ejecutivo y en el peor de los casos “comprometerles en la gobernabilidad de España”.

En este sentido (y en otros en relación con determinados nombramientos ) tengo para mí que habrá sorpresas e incluso de algunos que están ubicados en la llamada “izquierda moderada”.

La otra voz tenebrosa: Aznar
No puede afirmarse que EN CONFIANZA sea un canto a la persona que, en definitiva, le dio en septiembre del 2003 la posibilidad de convertirse en presidente del Gobierno. Es verdad, que resalta sus logros (de forma muy tímida y casi obligada) y pasa de puntillas sobre Irak (que al final entiende fue la causa del gran estacazo el 14M del 2004), pero eso ya es historia. Y el jefe del PP es antes que nada un tipo práctico y pragmático. En este sentido Aznar resulta un inconveniente, un auténtico lastre al que sólo compran su mercancía en los predios de Esperanza Aguirre. Véanse al respecto los últimos nombramientos en Telemadrid.

Privatizar, ¿qué?
Justo el día en el que Rajoy proclamaba que “España, esa gran e imbatible nación que saldrá de la crisis”, Aznar declaraba en Il Corriere della Sera que nuestro país está ya intervenido de hecho. Tampoco se salva su antiguo amigo Berlusconi, al que equipara a Zapatero, “incapaces de admitir su fracaso”.

El suegro de Agag receta: liberalizar y privatizar. ¿Privatizar? ¿Qué? Se olvida que en sus ochos de Gobierno vendieron todo lo que se podía vender con , por cierto, magros resultados para amigos personales. ¿Se olvida de Villalonga y demás cuates del trinque fácil?

Lo que sería decisivo ante el 20N es saber con exactitud qué voz es la que cursará las órdenes si es que, como parece, el PP será llamado en esa fecha a gobernar. Si la del Castillo de Sotomaior (Pontevedra) o la del lago (Foro Ambrosetti) donde abreva y perora un chico muy, muy antiguo, muy pasado, apellidado, creo, Aznar.

Graciano Palomo es periodista y escritor, director de FUNDALIA y editor de IBERCAMPUS