La primera guerra en la que la OTAN triunfó fue la que se produjo tras la desmembración de Yugoeslavia. Aquella guerra salvó a miles de personas de morir masacradas en incontables peleas raciales, nacionales o tribales. Hoy, aquel mosaico que era la ex-Yugoslavia en marzo de 1999, es un conjunto de naciones que están ya en la Unión Europea o muy cerca de estarlo.
Pero antes, la Alianza Atlántica tuvo que emprender una guerra que (como todas las guerras) generó dolor no buscado. Hoy muy pocos ciudadanos, incluidos los de la nueva Serbia, critican aquellos ataques de la OTAN. Había valido la pena la guerra.
No me olvido del hecho de que el secretario general de la Alianza Atlántica esos días de 1999 se llamaba Javier Solana: en aquel momento el único secretario general que había tenido que dirigir a la OTAN durante una guerra. Hoy ya hay otro más.
Las dos guerras tienen cosas en común y cosas distintas. En común tienen que es la aviación el arma fundamental con la que la Alianza participa. Seguro que en ambos casos hay más acciones militares que las que se produjeron desde el aire, pero el eje principal ha sido en los dos casos los Ejércitos del Aire aliados.
Tienen como diferencia una muy importante: la guerra de 1999 no se pudo llevar adelante sin el apoyo decidido de los EEUU. La guerra de Libia se ha llevado a cabo con un apoyo muy discreto de los EEUU. Europa, por fin, ha sabido estar a la altura de sus responsabilidades cuando a escasos kilómetros de sus fronteras hay un conflicto. Sólo hay un país que no parece haber entendido que Europa tiene que saber defenderse siempre que pueda sin el apoyo de los EEUU: Alemania. Algún día sabremos más el por qué.
Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
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