Antes de realizar una reforma en el hogar es habitual estudiar varios presupuestos, cotejarlos y optar por el más económico o el que ofrece una reforma más completa por el mismo precio. Sin embargo, poca gente se cuestiona el tratamiento que los instaladores y albañiles darán a los residuos que se generen durante las obras.

Las cementeras, yeseras, extracciones de áridos y demás instalaciones de explotación de recursos para abastecer a la industria de la construcción han abierto grandes brechas en el territorio y han acabado por devorar montañas enteras.

Solo hay que prestar un poco de atención al paisaje que rodea a las grandes áreas metropolitanas para ver hasta qué punto hemos devorado las montañas para transformarlas en edificios e infraestructuras.

En España se producen anualmente más de treinta millones de toneladas de escombros procedentes de las obras de construcción, unos residuos que en la mayoría de los casos incorporan materiales muy valiosos procedentes de nuestro substrato geológico: es decir, el paisaje que nos rodea y el suelo que pisamos.

Y es que los substratos de nuestro suelo, mayoritariamente calcáreo y rico en sedimentaciones, lo hacen excelente para la obtención de materiales de construcción. Pero este tipo de industria pasa una factura demasiado alta al medio natural.

Casi todas las canteras de arena y piedra calcárea están abiertas al cielo. Para  obtener rocas se requiere el manejo de explosivos que destruyen el paisaje, y para la extracción de arenas y cantos rodados de los lechos fluviales se invaden los cauces con maquinaria pesada, con la consiguiente contaminación de las aguas y  la destrucción de la vida en el río.

Este tipo de instalaciones son necesarias para atender las obras de mantenimiento de nuestras viviendas y la construcción de edificios e infraestructuras. Sin embargo, con la colaboración del sector de la construcción y la responsabilidad de los que acometen obras menores en casa, se puede atenuar el espolio de recursos naturales destinados a la construcción gracias a la recogida selectiva y el reciclaje de las runas.  

Actualmente este tipo de residuos dispone de un plan especial de gestión que obliga al productor a contratar un servicio específico de recogida y depósito. El objetivo es evitar su vertido incontrolado y propiciar la recuperación y valorización de los diferentes productos para atender la creciente demanda de los mercados de materiales reciclados.

Porque si hacemos las cosas bien las runas no solo dejan de ser residuos sino que se convierten en recursos. Para ello, y a nivel doméstico, es imprescindible que antes de acometer una reforma en la cocina, el baño o cualquier otra dependencia del hogar, pidamos la correspondiente licencia en el ayuntamiento y solicitemos el permiso para la instalación de los contenedores de escombros necesarios para que toda la runa que se genere pueda ser reciclada.

Dicho de otro modo: antes de que el albañil pegue el primer martillazo en la pared debe haber un contenedor vacío en la calle esperando los escombros que genere.