La bomba que explotó el pasado 31 de marzo en Kabul, matando a 90 personas y destruyendo  gran parte de la embajada alemana, ha atraído la atención pública nuevamente sobre una práctica de las autoridades alemanas masivamente criticada: Alemania expulsa refugiados a Afganistán bajo el argumento de la existencia de zonas seguras, como las grandes ciudades. El hecho de que Alemania siga expulsando a personas a uno de los países más peligrosos del mundo demuestra que la imagen positiva de su política en cuestión de refugiados es falsa.

Sólo se ha preocupado de los refugiados cuando empezaron a llegar a Baviera

La política de asilo del gobierno alemán está generalmente considerada como un ejemplo para los demás países de la Unión Europea. Tras el aumento de la llegada de refugiados al finales de 2015, Angela Merkel logró crear una imagen positiva sobre su política de asilo como humanitaria, progresista y moralmente superior a la de nuestros vecinos. Esa superioridad ficticia ha conducido también a una arrogancia exepcional al nivel europeo, exigiendo cambios instantáneos en las normas europeas de asilo, sobre todo en la distribución de refugiados.

Esta superioridad moral sorprende, teniendo en cuenta que la propia Alemania ha estado bloqueando durante más de una década el establecimiento de un sistema más justo para distribuir refugiados. Mientras centenares de personas llegaban a Lampedusa el cambio no pareció tan urgente como cuando los refugiados empezaron a llegar a pueblos de Baviera. Además, al margen de esta hipocresía, la imagen humanitaria del gobierno de Merkel tiene poco que ver con la realidad.

En los últimos dos años Alemania ha endurecido las leyes de asilo, empeorando gravemente la situación para los refugiados.

Bivsi, una chica de 14 años nacida en Alemania fue detenida en clase y expulsada ese mismo día a Nepal

En octubre de 2015, el Parlamento alemán adoptó un primer paquete de medidas de asilo (Asylpaket I) en el que se incluye a Albania, Kosovo y Montenegro como países de origen seguro por lo que los ciudadanos de estos países no tienen de facto la oportunidad de obtener asilo en Alemania. Esto ha causado numerosas protestas debido a la desastrosa situación de las instituciones públicas, el poder del crimen organizado y la masiva discriminación contra minorías étnicas en los países de los Balcanes. Además, la nueva ley amplía la posibilidad de recortar prestaciones, como por ejemplo los 143 EUR al mes que se conceden para gastos particulares. Por último, ahora se prohibe informar a un refugiado de una expulsión inminente. Este cambio ha llevado a casos como el de Bivsi, una chica de 14 años nacida en Alemania. A finales de mayo, las autoridades alemanas irrumpieron en su clase para detenerla frente a sus compañeros y expulsarla ese mismo día a Nepal.

El procedimiento acelerado de expulsión es algo poco digno de un estado de derecho

A este primer paquete de medidas de asilo le sucedió en marzo 2016 el Asylpaket II. El nuevo reglamento establece un procedimiento acelerado, por el que se decide si se concede asilo en el plazo de una semana. En caso de que el refugiado presente un recurso contra una decision negativa, el juez tiene 7 días más para resolverlo y no puede celebrar una vista oral. En particular, los refugiados que carecen de documentos de identidad son sometidos a este tipo de procedimiento, por el que son recluidos en centros de internamiento especiales y sin acceso a asesoramiento jurídico. Unos plazos tan cortos y la falta de asesoramiento legal en un ámbito tan sensible hacen del procedimiento acelerado algo poco digno de un estado de derecho. Las amplias posibilidades de su aplicación amenazan con que este procedimiento se convierta en el futuro en la norma.

Otro cambio introducido por el Asylpaket II incluye que los beneficiarios del estatuto de protección subsidiaria no tienen derecho a la reagrupación familiar en los dos primeros años, lo que afecta a los menores con especial dureza. Por último, en el proceso de expulsión la ley presupone la buena salud de los refugiados, esto es, serán los propios refugiados quienes deberán demostrar su mal estado de salud mediante la inmediata presentación de un certificado médico.

Todos estos cambios dificultan y empeoran la situación de personas que buscan protección y son, en opinión de muchos, injustificables. Pero también reflejan la angustia de parte de la población alemana y muestran un estado frágil. Alemania es un país dividido. La desigualdad económica crece cada año y, debido a las reformas de las dos últimas décadas, una gran parte de la población no participa en el crecimiento económico. Esa frustración en la que viven muchos alemanes se manifiesta en la xenofobia creciente que ha llevado a la política de mano dura de Angela Merkel. La protección de refugiados tiene por lo tanto otro punto clave: distribuir de una manera más justa la riqueza existente y así eliminar el fundamento de la xenofobia.