Nadie comprende los reiterados ataques de Moreno Bonilla a la educación pública en Andalucía. Está cerrando miles de aulas; hay centros educativos que se caen a trozos; las ratios son elevadas; hay más barracones que nunca y se recortan recursos para educación especial. Pero el colmo ha sido el desprecio del delegado provincial de Educación de Sevilla que, al referirse a los niños con autismo, ha dicho: “¿Para qué quiere un niño con autismo un personal técnico en integración social, para que le enseñe a mover la lengua enfrente del al espejo?”.
Asociaciones de madres y padres de alumnos del distrito Norte de Sevilla salieron “llorando” de ese reciente encuentro con el delegado de Educación. Las vergonzosas palabras de este delegado de la Junta, constituyen un buen reflejo de la política educativa que está llevando a cabo Moreno Bonilla en Andalucía. ¿Cómo se puede tener como delegado de educación a una persona que piensa esto? ¿Cómo puede la consejera de Educación no cuestionar estas declaraciones y salir a defenderlo? ¿A qué esperan para cesarlo?
Los alumnos y alumnas con necesidades específicas de apoyo educativo son una gran asignatura pendiente de Moreno Bonilla. Padres y madres, a lo largo y ancho de toda la geografía andaluza, denuncian su difícil situación y la falta de sensibilidad por parte de la Junta de Andalucía con sus hijos. Son niños y niñas con los mismos derechos de escolarización que el resto.
¿Por qué Moreno Bonilla está maltratando a los profesionales de la educación que atienden a estos alumnos? ¿Por qué maltrata a sus familias con recortes que suponen un ataque a la integración y el bienestar de estos alumnos y alumnas?
Hoy en Andalucía un mismo maestro o maestra se ve obligado a atender a 40 ó 50 alumnos de educación especial. ¿Y esto qué supone? Pues supone que, como mucho, a cada alumno le puede dedicar una media hora a la semana. Faltan profesionales para atender la diversidad y Moreno Bonilla lo sabe perfectamente. Las ratios están al límite y las vacantes no se cubren.
El director del CEIP Rosa de Gálvez en Málaga afirmaba hace unas semanas: “No llegamos a darle un servicio de una hora a la semana a los alumnos con necesidades educativas especiales. Potenciamos mucho la inclusión, participamos en distintos proyectos con distintas prácticas reconocidas, pero no tenemos recursos para que el alumnado se sienta como uno más”.
El alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo requiere una atención particular y personal. ¿Por qué Moreno Bonilla y su gobierno se niega a escuchar a las familias y no atiende sus peticiones? ¿Por qué no destina los medios necesarios para dotar de avances técnicos y de los recursos específicos que garanticen la escolarización de este alumnado en condiciones especiales?
¿Por qué hay dinero para que Moreno Bonilla se suba el sueldo dos veces en un año, pero no lo hay para atender adecuadamente a estos niños y niñas con necesidades específicas de apoyo educativo? ¿Por qué son las familias, las que en muchos casos, deben contratar personas para que atiendan a estos alumnos y alumnas en clase y no lo paga la Junta de Andalucía. No es justo. No lo es que un niño o niña se quede atrás a consecuencia de los recortes del PP.
Son muchas las AMPAS, a lo largo y ancho de Andalucía, que reclaman más recursos para la atención de alumnos con necesidades especiales, a las que recientemente se unía la denuncia de la Plataforma Neurodiverso, integrada por familias con hijos e hijas con neurodiversidad en Málaga. Son padres y madres que piden algo que es justo. Piden atención para sus hijos.
Pero, estos días, saltaba a los medios de comunicación una noticia que “ponía los pelos de punta”. Ha sido el caso de la escuela infantil Hada Madrina en Sevilla, conocida como “la guardería de los horrores”. En esta escuela de niños de 0 a 3 años, las condiciones ha sido terribles. Según ha denunciado el Correo de Andalucía, los niños han sido encontrados con picaduras de hormigas en los pies, y el centro está plagado de cucarachas y lombrices.
Las sábanas no se lavan desde septiembre, y las educadoras deben secar a los niños con papel higiénico o rollos de cocina, ya que no hay toallas disponibles. Para colmo, los niños duermen la siesta con la cabeza en el suelo. No había calefacción ni aire acondicionado en tres aulas y se han registrado periódicamente cortes de luz y de agua.
¿Y qué hace el gobierno de Moreno Bonilla ante esta situación? Nada. A pesar de las quejas reiteradas a lo largo del tiempo de las trabajadoras del centro sobre el abandono de las instalaciones y los graves problemas existentes, la Junta de Andalucía ha tardado un año entero en abrir un expediente informativo. Y todo esto ocurre en una guardería que recibe subvenciones de la Junta.
¿Dónde están los inspectores de educación? ¿Cómo se puede permitir que niños y niñas tan pequeños, en una situación vulnerable, tengan que pasar por una experiencia de este tipo? La Junta nunca actuó con la celeridad necesaria, demostrando una vez más su desprecio por el bienestar de los más pequeños.
Este es un buen momento para preguntarse, ¿por qué Moreno Bonilla rechazó 112 millones de euros enviados por el gobierno de Pedro Sánchez para guarderías, con lo bien que hubiese venido ese dinero para crear nuevas guarderías y evitar la existencia de algunas en deplorable estado como esta.
A Moreno Bonilla no le importa la educación pública, lo demuestra cada día. Solo le interesa subir los precios de los comedores, del aula matinal y de las actividades extraescolares para hacer negocio a costa del bolsillo de los padres y madres. En Andalucía se está favoreciendo la educación concertada en detrimento de la pública. El presente y el futuro de Andalucía se sustenta en una buena educación publica y de calidad, aunque Moreno Bonilla no quiera entenderlo o no le importe saberlo.