La  extensión de los muros de pago en las ediciones digitales de la prensa en papel, la bajada de los ingresos por publicidad en los medios digitales y la creciente precariedad del ejercicio de la profesión periodística están configurando un paisaje mediático empobrecido y excluyente de la información local o de proximidad.

Son ya muchas las iniciativas culturales y sociales de entidades sin ánimo de lucro que no ven la manera de ver su noticia publicada en un medio informativo. Estos aplican una lógica que conduce a una exclusión cultural e informativa de creadoras y creadores que publican o exponen por primera vez o de actividades culturales que se consideran minoritarias por su carácter o por su celebración en pueblos o barrios alejados de los circuitos culturales más céntricos.

Las agencias informativas aplican criterios similares y en el caso de las privadas establecen tarifas para la difusión de noticias sin discriminar entre empresas y entidades sin ánimo de lucro. En el caso de los medios digitales locales, la aplicación de criterios estrictamente comerciales conduce muchas veces a la exclusión de noticias que no sean del ayuntamiento de la localidad o de instituciones o empresas que inviertan en publicidad en el propio medio.

Los periódicos de ámbito nacional cerraron hace años sus ediciones regionales y centralizaron su producción informativa con la consiguiente invisibilidad de los territorios afectados. Las cadenas de radio y televisión han reducido las horas de emisión de sus informativos regionales o provinciales hasta niveles en algunos casos irrisorios.

En el caso de las radios y televisiones públicas, hay que señalar que en RNE y TVE el problema descrito se ha dado en menor medida que en las privadas, pero también se ha registrado un notable proceso de centralismo informativo.

En las radios y televisiones autonómicas, el centralismo informativo se ha traducido en una pérdida importante de noticias de los centros de producción provinciales como ha ocurrido en Canal Sur.

Las radios y televisiones locales de titularidad municipal tampoco son ajenas al problema de la exclusión cultural e informativa y reciben denuncias de falta de pluralismo político, social y cultural.

Las redes sociales y las web corporativas de los ayuntamiento también son máquinas de exclusión cultural e informativa al no dar cabida a las noticias de entidades culturales privadas de su municipio.

Diputaciones provinciales y mancomunidades deberían crear agendas culturales provinciales y comarcales que actúen de altavoces o ventanas de la enorme creatividad cultural de la España no tan llena como las grandes ciudades.