Todos lo hemos dicho, es acervo popular: "He aprobado el examen (yo)" y "me han suspendido (el profesor)". Seguramente muchas veces sin darnos cuenta, sin pararnos a pensar lo que el subconsciente trata de decir: la culpa siempre es del otro, de los demás, no nuestra. 

¿La manía del profesor existe? Sin duda, no siempre, pero hay casos en los que la objetividad se deja colgada en la percha de la entrada. Aunque lo justo es decir que no es lo habitual. Cuando dedicas tiempo a estudiar y pasar exámenes finalmente asumes que ante un suspenso te va a tocar envainártela y ponerte a hincar codos de nuevo; y si no estás de acuerdo con la calificación, tienes revisiones, tribunales y defensores del estudiante. Lo de lamentarte por los pasillos y en la cafetería es cosa más de los "pardillos" de primero; en quinto ya no estás para lloriquear. 

Celia Villalobos (o Celia Townwolves) decía estos días que la juez que está llevando el caso de los ordenadores de Bárcenas no responde tanto a la realidad sino a su sensibilidad política, porque tiene un primo de Izquierda Unida. Y "evidentemente", eso de que le guste el comunismo conlleva que ande cegada persiguiendo al Partido Popular. Por si usted no lo había adivinado, solamente se puede ser imparcial cuando se es una juez como Concepción Espejel (Concha, para Cospedal, que le daba medallas por imputar a políticos en aquél incendio de Guadalajara).

Preste usted atención, no se vaya a despistar. Porque cuando escuche una conversación entre el ministro de Interior y el jefe de la Oficina Antifraude catalana en la que todo apunta a que estaban organizando (presuntamente) una persecución a determinadas formaciones políticas, contando con la colaboración de la Fiscalía, la mente sucia será la suya, la de usted. Ellos no conspiran, ni confabulan. Ni aunque les pillen con las manos en la masa. ¿Queda claro? Bien, porque es importante que esté atento, no se vaya a confundir usted y pueda pensar por un momento que nos toman el pelo y tienen demasiada caradura. 

Si hemos llegado hasta aquí entendiendo a Villalobos y al ministro, entonces ya tenemos el camino hecho para comprender a Echenique. El hecho de que haya tenido en su casa a un trabajador sin contrato ni seguridad social mientras él daba mítines diciendo que "era una vergüenza que hubiera personas trabajando en hogares sin estar dados de alta en la Seguridad Social" es culpa del sistema. Y no le dé más vueltas; porque si se le ocurre indagar un poco puede que a usted le hierva la sangre al darse cuenta de que los que venían a dar lecciones subiéndose en las montañas de mierda de los demás, resulta que tienen la misma caradura que aquéllos a quienes venían a sustituir. 

Dice Echenique que con su sueldo tiene que mantener una familia de tres personas (2.500 euros, céntimo arriba, céntimo abajo), más los trescientos y algo que cobra en virtud de la Ley de Dependencia, más una pensión de su madre -según señala el diputado-. No están mal 3.000 euretes. Al fin y al cabo, él pensaba que ayudaba a su asistente pagándole diez veces menos, y eso que éste tenía cuatro hijos y ningún tipo de ingreso más. No sé dónde compra las varas de medir el secretario de Organización de Podemos, pero hay que tener el rostro de hormigón armado para salir dando las razones que ha esgrimido estos últimos días. 

"Que si millones de personas lo hacen, que si yo era consciente de que no lo estaba haciendo bien, pero quería echar una mano a esta persona por su situación personal, que si este tema es estupendo para hablar de la Ley de Dependencia..." ¡Y dos huevos duros, oiga!

Mal de muchos, consuelo de tontos, como se suele decir. Tratar de colarnos el argumento de que "mucha gente se ve obligada a vivir en la economía sumergida por su precaria situación" es vergonzoso. Sobre todo, cuando este señor cobraba unos 13.000 euros (más o menos) al mes como eurodiputado, por mucha película de donaciones que se hicieran después, su salario es el que es. Siempre podía haber pagado a su trabajador generosamente en lugar de andar haciendo donaciones a oenegeses diversas de rimbobantes nombres, pero claro, eso hubiese sido infinitamente menos vendible de cara a la opinión pública. Y no es precisamente un sueldo bajo que justifique andar rateando ni mucho menos dejando a nadie en la cuneta de la ilegalidad. 

Hacer referencia a la situación difícil del trabajador debía haberle hecho precisamente cumplir con la ley, buscar opciones y en ningún caso mantenerle en precario y después echarle a la calle. Si pretende que su justificación sirva, casi es peor lo que deja ver. Eso sí, pretende dar lecciones de humildad con ingresos de 3.000 euros y tres personas en su familia. Menos mal que Echenique es "gente" que viene a representar a "los de abajo" y todas esas patrañas. Me cuadra más con haber militado en Ciudadanos y no haber encontrado hueco mientras aplaudía las invasiones en Irak y defendía el liberalismo capitalista. 

Y la guinda del pastel es pretender desviar este bochornoso suceso para abrir el debate sobre la Ley de Dependencia. Mezclar churras con merinas, como se suele decir. Aquí estamos hablando de defraudar a Hacienda; de las obligaciones del empleador; de la caradura de quien sale a la palestra a dar mítines llenándose la boca contra aquéllos que hacen lo que él oculta. De la Ley de Dependencia puede hablarse en cualquier momento, pero precisamente en éste suena a cortina de humo, por cierto, bastante estúpida (no tupida). 

Si usted ha entendido que aquí hay mucho caradura, con distintas varas de medir, lo dejo bajo su responsabilidad. Sea consciente de que, si trata de criticar de alguna manera la actitud de Echenique, caerá sobre usted una avalancha de palmeros enajenados que vendrán a decirle que usted está siendo injusto: porque con la enorme corrupción que hay en los demás partidos, poner el foco sobre esta cuestión son ganas de fastidiar y atacar a Podemos gratuitamente. Sepa usted que muy probablemente se haya convertido en un "facha perseguidor de los liberadores morados". Por si acaso no intente explicarles que, efectivamente los hay más chorizos, pero que otros por menos se han ido a su casa (por ejemplo, por copiar en una tesis doctoral o tener una empleada del hogar sin papeles). 

Prepárese que han llegado nuevos tiempos: ahora somos todos los que le tenemos manía a los profes. Por eso, quizás, hoy han suspendido a Monedero durante seis meses en la Universidad Complutense y le hacen pagar el 20% de lo que facturó por sus informes al gobierno de Venezuela. El tiempo del cambio ya está aquí.