La prudencia  aconseja, pues, no acabarse de creer que los terroristas ya no intentarán más poner en marcha actividades armadas. Sin embargo, la satisfacción del 77% de los encuestados debe probablemente interpretarse en clave de que -en esta ocasión, y por numerosas razones- todo tiende a indicar que ETA finalmente se ha rendido ante el Estado de Derecho y la democracia española. Y que ello es irreversible.

Sin repercusión en las urnas
“La encuesta muestra que los españoles –según el citado sondeo- consideran que el mérito de la derrota de ETA es de los dos grandes partidos, sin diferencia alguna. Por eso, los ciudadanos creen que no tendrá repercusión en el resultado electoral de las generales del 20-N. El PP mantiene una ventaja de más de 15 puntos sobre el PSOE. La mayoría es reacia a aplicar beneficios a los presos de ETA o hacer concesiones a la banda”.

La derrota etarra
En cambio, cuesta mucho entender que “el mérito de la derrota de ETA es de los dos grandes partidos, sin diferencia alguna” y que, por consiguiente, el adiós de los terroristas a las armas “no tendrá repercusión en el resultado electoral”. Si es así, o bien estamos ante millones de personas mal informadas, que son ignorantes de la realidad, o bien sucede que el PP dispone de un potentísimo aparato propagandístico y manipulador –circunstancia que no nos debiera asombrar a estas alturas del curso- que ha conseguido respecto al fin de ETA sus objetivos. Los dos grandes partidos, pues, se reparan “el mérito de la derrota de ETA” y ello “sin diferencia alguna”.

“Sin diferencia alguna”
¿Cómo puede ser que  los españoles en general sostengan que entre el PSOE y el PP no ha habido –en el importantísimo asunto del fin de ETA-  “diferencia alguna?” Todas las  iniciativas para terminar con el terrorismo etarra han sido impulsadas -a lo largo de las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero- por el Gobierno socialista. Ello es exactamente lo contrario de la actitud de la derecha y su entorno mediático que han procurado cargarse el proceso de paz en sus dos fases para impedir al máximo lo que -ahora felizmente- ha terminado ocurriendo. Las manifestaciones multitudinarias, promovidas por la AVT y por los populares, se convertían siempre en un coro de insultos gravísimos contra el presidente del Gobierno, al que acusaban de las mayores barbaridades, como arrodillarse ante los jerifaltes etarras.

El colaborador de ETA
La política antiterrorista del PSOE ha sido objeto de mofa y de odio por parte de Mariano Rajoy  –“Usted, Sr. Zapatero ha traicionado a los muertos”- quien, con su conocimiento implícito o explícito, ha permitido que se llegara a decir, a veces, que los verdaderos terroristas eran los socialistas. A Alfredo Pérez Rubalcaba lo han proyectado -sin pausa alguna y durante más de un año- como colaborador de ETA, a cuenta, por ejemplo, del delirante caso Faisán. Unos han trabajado jugándose el tipo y dirigiendo con acierto y firmeza el combate contra los asesinos y otros, mientras tanto, hacían el trabajo sucio que beneficiaba a ETA.



La oleada mediática
El PP pretende –a través de Rajoy- apoderarse también del fin de ETA. Se olvida deliberadamente ahora de cuanto ha hecho para arrebatar el fin del terrorismo. La oleada mediática no abandona su ofensiva implacable, buscando todos los resquicios que compliquen un asunto tan delicado y tan peligroso. Pero la verdad no debe ser escondida. El mérito no es de los dos grandes partidos, sino del PSOE y, asimismo, del PNV y de CiU, aparte de Francia naturalmente. Las cosas como son.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM