No menos entrañable fueron los abrazos de Baltar, padre y Baltar, hijo  -dos caciques populares de la provincia de Ourense- a un delincuente, condenado por el Tribunal Supremo y llamado Conde. Recordemos que fue proyectado ante la opinión pública como modelo de empresarios y financieros.

Un acreditado gurú del cinismo
La rehabilitación de Conde no es de ahora. Su resurrección se va produciendo de forma paulatina, aunque evidente. Se ha convertido en un acreditado gurú del cinismo. Escribe con frecuencia en La Gaceta y participa en El gato al Agua y en otros  programas, todos con el sabor reaccionario de Intereconomía.

Alarde de desvergüenza
Se permite además –en un alarde de desvergüenza- predicar ética y tiene el descaro de dar lecciones de democracia, la suya. Lo cual le llevó –de la mano de Pedro J. Ramírez- a emular a Silvio Berlusconi.

Un peligroso megalómano
No consiguió Conde, sin embargo, el objetivo berlusconiano. Ello confirma que, en ocasiones, y como dice el refrán, “Dios aprieta pero no ahoga”. Leer su mamotreto titulado Los días de gloria es simplemente el retrato de un peligroso megalómano, que se creía el amo del mundo y sus alrededores y que acabó  entre rejas.

La derecha, sin límites
Ahora ha regresado. Los abrazos de Feijoo -¡ojo con él, que  políticamente es un falso sin escrúpulos!- y de los Baltar con Mario Conde confirman cómo la derecha carece, por lo general, de límites. Esto vale respecto a determinada gente presuntamente corrupta y, más aún, a la sentenciada en firme por el Tribunal Supremo.

Ladrones de camisa blanca
El PP tiende siempre a ser benevolente con sus ladrones de camisa blanca y taza de gürtel, por ejemplo. Mientras tanto, la casualidad quiere que esta reaparición gallega de Conde coincida de pleno con el caso Bankia, que refleja hasta qué extremo los peperos huyen de la transparencia y prefieren el oscurantismo y la opacidad mierdosa. De aquel Banesto a esta Bankia, dos modelos para chorizos engominados.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM