Vivimos días de empacho. Empacho de comida, de reuniones, de regalos, de supuesta armonía y más supuesta solidaridad. De repente, nuestro corazón se llena de buenos sentimientos al tiempo que nuestro estómago se llena de comida hasta que, en enero, uno y otro vuelvan a su tamaño original. Nada nuevo bajo el sol.

Pero hay otras navidades. O, mejor dicho, hay otras no-navidades. Hay personas que no se quejan por tener que sentarse a la mesa con su familia porque no tienen mesa ni familia. Hay a quien el precio de las gambas o el besugo les trae sin cuidado porque apenas tienen un trozo de pan que llevarse a la boca. Hay quien no se pregunta qué ponerse porque no tiene sitio adonde ir. Y eso ocurre aquí mismo, posiblemente a la vuelta de la esquina de nuestras casas y de nuestras mesas.

Y todavía más si cruzamos fronteras. Hay personas que pasarán las fiestas en prisión por el gravísimo delito de reivindicar la libertad, la igualdad y los derechos de todas las personas. Hay quienes no se preocupan por dónde irán mañana, porque ni siquiera saben si habrá una mañana para ellos.

Acabamos de saber que las niñas ya no podrán estudiar en Afganistán, que los derechos de las mujeres siguen pisoteándose en Irán y que a quien los exige les puede caer la peor de las condenas. Y hay muchos lugares donde enseñar el cabello, conducir, cantar o hacer cualquiera de las cosas que damos por hechas es arriesgar la vida.

Todavía hay países donde ser diferente es delito y hay que pagar un altísimo precio por amar a quien se quiera amar. Hay lugares donde tratar de contar la verdad puede hacerte desaparecer para siempre. Y hay países donde la guerra es el día a día de la gente. Hay quienes pasan hambre, y frío, y tanto les da lo que pasara hace muchos siglos en un pesebre de Belén y la manera de celebrarlo hoy.

Son días de actos benéficos, de maratones solidarios o de donativos más o menos generosos. Días que incluyen en el mismo paquete marisco, espumillón, brindis y solidaridad, como si se pudiera aplacar la conciencia con una aportación del tipo que sea para quienes más lo necesitan.

Pero las cosas ocurren más allá de los días navideños. Durante todo el año hay mucha gente que pasa necesidades, personas que se ven privadas de sus derechos, guerras que destrozan futuros. Y parece que el resto del año lo olvidamos. Pero hay para quien nunca es Navidad.