Ser paleto [que conste que lo digo sin acritud, es el apelativo cariñoso que damos aquí a los de provincias] en madrizzz es duro, lo sabemos.

La buena noticia es que hacerse pasar por madrileño es relativamente sencillo. Los gatos somos gente de costumbres y, en el fondo, sólo somos unos mesetarios venidos a [poco] más.

Ahí van los consejos para que los taxistas no te cobren de más, no se rían de ti en el metro y no te hagan la vida imposible en general.

1.- No mires a nada ni a nadie. Un madrileño es tan importante, que lo que suceda a su alrededor es indigno de su atención. Clava los ojos en la pantalla del móvil y no los levantes de ahí. Por supuesto, ni se te ocurra mirar a quienes tocan en el metro o cuentan aquello de que piden para no robar.

2.- Camina deprisa. Si crees que ya lo estás haciendo, te equivocas. Siempre tienes que intentar rebasar a quien tienes delante. Al pasar a su lado, es conveniente [si bien no obligatorio] hacer un gesto de condescendencia y suspirar o chasquear la lengua. Recuerda: los madrileños caminamos por la derecha. Salvo si vamos en grupo, entonces el objetivo es tapar toda la calle.

3.- No corras. En efecto, he dicho que camines deprisa. Pero nunca corras. Sobre todo, no lo hagas jamás, bajo ningún concepto, para montarte en un transporte público o cruzar una calle. Si los coches te aprietan, sigue con la mirada en el móvil y pasa de ellos. No te preocupes, no te atropellarán. Salvo que estés en un paso de peatones. Pero eso no va a suceder, porque los madrileños jamás los utilizamos.

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