Esa percepción de unos gestores desnortados se ha hecho patente en la pésima actuación ante un problema como el de Bankia, al que se han ido poniendo parches mientras las voces de alerta llegaban de Bruselas y del FMI.

No pueden alegar que desconocieran  la situación de la entidad cuando esta era la gran banca del PP a cuyo frente  estaba el “colega”  Rodrigo Rato. No pueden echar la culpa al Gobernador del Banco de España (que también tiene delito), como ha hecho con su natural desparpajo Esperanza Aguirre. La presidenta madrileña achaca a la fusión de Caja Madrid y Bancaja la catástrofe ocurrida con el banco resultante, Bankia.

Se olvida de que Bancaja era otra de las entidades del PP, en este caso, valenciano. Que en ambas,  tanto Aguirre como Camps,  maniobraron a su antojo quitando y poniendo responsables de su cuerda, haciendo a ambas cajas asumir activos tóxicos de sus amigos del ladrillo. ¿Se ha olvidado también de las  inversiones  en Martinsa y las pérdidas que han supuesto?

Siempre hay que encontrar un chivo expiatorio para no asumir los errores políticos que acaban llevándose por delante los ahorros de los ciudadanos. Porque la publicitada salida a bolsa de Bankia ha hecho perder a los incautos que compraron acciones el setenta por ciento del valor de su inversión. Muchos de ellos eran pensionistas que ahora estiran su paga para ayudar a sus hijos en paro.

La pésima gestión de control de la cuarta entidad financiera de España ha hecho que no solo los inversores extranjeros salgan huyendo como de la peste de este país, sino que los propios clientes de la entidad, que ya no se creen las magras explicaciones del Gobierno, estén empezando a sacar el dinero de las sucursales. No se puede hacer peor.

La situación de la economía española, casi cinco meses después de la llegada  al poder del Partido Popular, es mucho peor que cuando asumieron el Gobierno. Todos los recortes que han dado al estado del bienestar solo reciben aplausos de Bruselas pero no la correspondiente ayuda del BCE que lograría bajar la prima de riesgo. Estamos más cerca de un rescate;  de ser intervenidos. Seguimos sin inspirar confianza en los mercados, somos más pobres y, a partir de ahora,  tras la aprobación en el Congreso del recorte en Sanidad y Educación, con menos derechos. No se puede hacer peor.

En lugar de sumarse a los países que reclaman ayudas al crecimiento y una cierta flexibilidad en el ajuste del déficit, Rajoy y los suyos siguen en la ortodoxia de Merkel mientras la economía española se asfixia. Ya no hay quien crea que tienen un plan o que saben a dónde van.

Victoria Lafora es periodista y analista política