Jéssica Albiach, la líder parlamentaria de los Comunes, se ha cargado dos presupuestos de un solo golpe, los autonómicos y los estatales. La jugada maestra de los socios de Sumar en Cataluña empuja al presidente de la Generalitat a convocar elecciones anticipadas, lo que pedía públicamente Junts y lo que quería realmente el PSC, a pesar de pactar con ERC los presupuestos derrotados. Le complican la vida a Pedro Sánchez, que ha renunciado, de inmediato, a los presupuestos generales del estado, adelantándose así al viacrucis de negociar con ERC y Junts en plena campaña electoral. La razón inmediata de este monumental embrollo es la hipérbole argumental en la que se ha encallado el partido de Ada Colau en su oposición al Hard Rock.

Los Comunes defienden que su empecinamiento en vetar unos presupuestos altamente expansivos por una cuestión ajena a las cuentas públicas responde al peligro de que Cataluña se convierta en Las Vegas. De aprobarse el nuevo casino que incluye el Hard Rock, habría cinco casinos en Cataluña, una cifra que convierte la comparación con el paraíso de los casinos en una hipérbole que atenaza cualquier negociación. De todas maneras, la actitud inamovible del grupo de Jéssica Albiach no se entendería sin relacionarlo con las negociaciones del presupuesto de 2023. Los Comunes lo aprobaron creyendo que el expediente del Hard Rock decaería, que la autovía del Vallès no prosperaría y que la ampliación del aeropuerto quedaría en nada. Los discursos de Albiach de aquellos días dejaban en evidencia que ERC había embaucado bien ella o bien a Salvador Illa.

El gobierno de ERC fue cumpliendo con parsimonia a las exigencias del PSC. En la nueva negociación, socialistas y Comunes redoblaron sus exigencias, pero la gran diferencia entre la fuerza parlamentaria de unos y otros (PSC, 33; En Comú Podem, 8) decantó la balanza y los Comunes se cerraron en banda, hasta provocar lo que probablemente no contemplaron. Para completar el guion de la jugada maestra, la presidenta del Parlament, Anna Erra, de Junts, viendo que en la sesión de la mañana los presupuestos hubieran salido adelante por un empate en la votación la aplazó hasta primera hora de la tarde. La treta permitió que el diputado ausente de Vox pudiera votar en contra del proyecto del gobierno Aragonés.

La derrota del gobierno minoritario de Pere Aragonés en el debate presupuestario ha forzado a ERC al avance electoral, una hipótesis que hasta ahora era rechazada de plano por el presidente de la Generalitat. La fecha fijada (12 de mayo) implica que difícilmente la amnistía haya producido efectos legales sobre los inhabilitados y los encausados, y que se encabalgará con la precampaña de las europeas. Dos factores que complican un panorama de por si complejo.

ERC se había quedado sin margen de maniobra, sin presupuestos expansivos, aislado de sus socios independentistas y asociado fuertemente con el PSC, el partido que los sondeos sitúan como la alternativa política. Probablemente, los republicanos habrán visualizado que este era el momento propicio para convocar elecciones, con el PSC atrapado por el caso Koldo, los Comunes soportando el sambenito de la irresponsabilidad y con Junts sin candidato, aunque Carles Puigdemont ya ha bromeado con la idea de que estará presente en la sesión de investidura del nuevo Parlament.

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El PSC ve cumplido su deseo de un avance electoral sin haberlo provocado directamente. Venían denunciando la parálisis de la Generalitat, pero tendieron la mano para la aprobación de los presupuestos, lo que les sitúa en la centralidad política responsable. El próximo fin de semana celebran el congreso de entronización de Salvador Illa y estarán listos para la campaña. La sombra de Koldo, los intereses siempre urgentes y prioritarios del gobierno de Sánchez y la división de opiniones de su electorado frente a la amnistía podrían amenazar su condición inicial de favoritos.

Junts ha visto también materializado su sueño de ver caer a su adversario independentista, solo han tenido que mantenerse firmes en su exigencia de eliminar el impuesto de sucesiones y dejar que los Comunes y la presidenta del Parlament hicieran el resto. Tacticismo al margen, no pasan por su mejor momento y además ahora deberán acelerar la elección de su candidato a la presidencia sabiendo que ni Jordi Turull ni Carles Puigdemont estarán en condiciones de presidir la candidatura si se cumplen las previsiones obstruccionistas de la judicatura frente a la ley de amnistía.

Los Comunes serán señalados de imprudencia temeraria por los socios de Sumar y está por ver si pueden mantener la asociación de Cataluña con Las Vegas como razón inmediata para hacer tambalear al gobierno de Pedro Sánchez. La repetición de sus discretos resultados autonómicos agudizaría la tendencia del partido de Colau a perder peso institucional. Para el resto de partidos, todo podría seguir igual.