Lo ha hecho como Dios manda, tal como prometió actuar el gallego, con un buen almuerzo que marca las distancias político culinarias de ambos dirigentes así como sus distintos estilos vitales.

El presidente del Gobierno ha obsequiado al líder de la oposición alcachofas rellenas de setas, seguidas de un potente chuletón de Ávila, regado con excelente vino de Rioja, rematando la faena con una tarta de melocotón.

El vino de la Ribera del Duero que introdujera José María Aznar en Palacio parece que se ha relegado como un síntoma de autonomía presidencial. Con todos los honores para tan apreciables caldos, ciertamente.

Si el anfitrión hubiera sido Rubalcaba, Rajoy se habría visto en el trance de atacar un pollo reseco que es con lo que obsequiaba a sus invitados en el Ministerio del Interior y en la vicepresidencia del Gobierno.

“Aquí no hemos venido a comer” replicaba a los visitantes amigos cuando estos le indicaban que no era necesario llevar la austeridad tan lejos.

Así es el frugal pasiego: tacaño para sí mismo y en mayor medida para el Estado al que ha servido durante tres décadas.

Sin embargo, el cántabro y el gallego han podido disfrutar, sin objeción alguna por parte del primero,  de sendos habanos de tamaño natural en la larga sobremesa, de café, copa y puro, la mas larga que se ha producido entre presidente y opositor desde tiempos inmemoriales.

Se supone que Mariano Rajoy, menos agarrado que su convidado, le habrá ofrecido a este un “Doble Corona”  que les ha permitido envolver en humo las discrepancias y saborear felizmente los consensos.

Sin embargo, ni siquiera el caro humo de un Montecristo de gran envergadura, que une lo suyo, logró ablandar al convidado respecto a su firme propósito de presentar una enmienda a la totalidad a la reforma laboral perpetrada por su anfitrión.

Tampoco admitió el cántabro bromas sobre el aborto y se mantuvo en posición de alerta máxima respecto a la Ley de Estabilidad Presupuestaria por si Rajoy intenta colar en ella el déficit cero.

Fue posible la concordia sobre cuestiones de Estado tales como política Exterior, Defensa y Lucha Antiterrorista. Y de forma inmediata sobre la reforma del sistema financiero.

Y quedaron envueltas en el humo de las buenas intenciones, las de ponerse de acuerdo sobre la selección de los altos cargos del Tribunal Constitucional, del Tribunal de Cuentas, del Defensor del Pueblo y de RTVE que los populares se negaron a acordar con el gobierno socialista.

José García Abad es periodista y analista político