Con la sequía y el calentamiento global está ocurriendo lo mismo que con la covid al principio de su propagación desde China, los gobiernos y las poblaciones de casi todos los países se resistieron a adoptar medidas drásticas hasta el último momento. Cuando las adoptaron, se encontraron que faltaba casi de todo.

El domingo, 6 de noviembre, comenzó en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij la cumbre número 27 sobre el Clima, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, firmó junto con su homólogo de Senegal, Macky Sall, una tribuna publicada en el diario El País para enfatizar que ha llegado la hora inexorable de la acción, que la sequía es una amenaza existencial y que la resiliencia es una obligación.

Los diagnósticos son contundentes, los científicos se rebelan ante la inacción de los gobiernos, las consecuencias las sufrimos todos, pero nos resistimos a actuar cada uno en su ámbito, a exigir a escala local y doméstica lo que pensamos globalmente.

Sí, ha llegado el momento de dar la cara y actuar en todos los frentes. En la comunidad de nuestro bloque,o urbanización, pidiendo la instalación de placas solares en el tejado, en las fachadas y en los balcones. Porque todo el ahorro va a ser poco, no podemos desaprovechar ni un solo rayo de sol. También la pandemia exigió invertir para sobrevivir.

En los ayuntamientos, por pequeños que sean, preguntando y exigiendo que se depuren y reutilicen las aguas residuales y que las cubiertas de todos los edificios públicos se pongan a producir energía limpia.

En los centros de trabajo, presionando a las empresas a que actúen y apliquen las obligaciones de ahorro energético y de agua exigidas por las autoridades, y que vayan más allá instalando energía solar fotovoltaica combinada con minieólica en sus cubiertas. 

Los centros educativos, desde la enseñanza primaria a la universitaria, tienen que dar ejemplo e implicar a toda la comunidad ante el enorme desafío que tenemos por delante. Alumnos, profesores y ampas deben plantear la agilización de los planes para una transición ecológica justa.

También individualmente estamos obligados a cambiar nuestras rutinas de movilidad, desplazamientos y consumo de agua y energía en la vida cotidiana. Antes de abrir el grifo, coger el coche o encender la calefacción hay que pararse a pensar si hay alguna posibilidad de ahorro a nuestro alcance y actuar en consecuencia.

Hay que ponerse las pilas y hacer frente al negacionismo del cambio climático promovido por la extrema derecha que, como en el caso de Vox, rechaza la agenda 2030 y los ODS y apuesta por su particular Agenda España.