Aunque cada año lo hace más tarde, lo cierto es que el frío ya está aquí y con su llegada se impone el cambio de ropa en el armario. Para garantizar la conservación de la ropa de verano será preciso evitar la presencia de las polillas, que tienen la molesta costumbre de colarse en el fondo oscuro de los armarios para poner sus huevos en el interior de las ropas y que su tejido sirva de alimento a las larvas.

El uso de las tradicionales bolas de naftalina, un subproducto derivado del petróleo que se sigue vendiendo en muchos bazares y comercios de droguería, recrea un ambiente altamente tóxico en el interior de los armarios que puede resultar muy perjudicial para la salud, además de impregnar la ropa de un olor químico muy intenso y difícil de eliminar.

Basta con leer el etiquetado del envase para saber a lo que nos estamos exponiendo: todos esos logotipos con aspas negras y peces muertos sobre fondo naranja nos alertan de su alta carga contaminante y nos previenen de los riesgos para la salud; la nuestra y la del medio ambiente. Aunque cuidado porque si el producto proviene del mercado asiático es muy probable que no los incorpore: no porque sean menos nocivos, sino porque el importador se ha saltado la normativa europea en el etiquetado.

Por todo ello en lugar de recurrir a la naftalina podemos optar por algunas alternativas naturales que pueden ser igualmente efectivas.

Nuestros mayores recurrían al uso de productos naturales para ahuyentar a las polillas de baúles y cámaras, y su ropa quedaba a salvo hasta la próxima primavera. Aprovechaban los últimos días soleados del otoño, antes de la llegada del frío, para recolectar unas ramitas de romero o de lavanda que trenzaban y colgaban estratégicamente en el interior de los armarios. Estas plantas aromáticas actúan cómo repelentes naturales contra los insectos y dejan un agradable aroma en la ropa. Si no tenemos posibilidad de recogerlas en el campo las encontraremos a la venta en cualquier herboristería.

Logotipos con aspas negras y peces muertos sobre fondo naranja nos alertan de su alta carga contaminante y de los riesgos para la salud

Otro método tradicional para evitar que las polillas hagan sus puestas en la ropa guardada consiste en elaborar saquitos con tela de algodón y colocar en su interior cáscaras secas de limón o de naranja para colgarlos del perchero: se pueden comprar las cortezas ya desecadas o bien las podemos desecar nosotros mismos dejando  las cáscaras al sol sobre una madera.

El aceite esencial de cedro, a la venta en comercios ecológicos y tiendas de productos naturales, es otro repelente tradicional contra las polillas que no contiene ningún contaminante ni genera emisiones tóxicas. Basta con empapar un algodón en el aceite y dejarlo sobre un platillo en el fondo del armario. Eso sí: con cuidado de no manchar la ropa.

También resulta eficaz situar en los rincones del armario un cenicero con pimienta negra molida o con unas hojas secas de albahaca.

Existen muchas otras recetas antipolillas a partir de productos naturales, todas ellas basadas en las sabias enseñanzas de nuestros mayores, que evitan la contaminación de nuestros armarios aportando un agradable aroma natural a la ropa hasta la próxima temporada.