Hace algún tiempo, una buena amiga y excelente escritora me hablaba en un taller de algo que yo hasta el momento no conocía. O, mejor dicho, sí conocía pero nunca le había puesto nombre. Se trata del síndrome de Pitufina, y la propia Wikipedia lo recoge, y lo define como “la práctica en ciertas obras de ficción de colocar a un único personaje femenino en medio de un elenco de personajes masculinos”. Además, ese personaje suele reunir todos los estereotipos femeninos en una sola persona. No hay más que recordar a la adorable - ¿o no? - Pitufina, de melena rubia ondeando al viento, caída de ojos capaz de alterar el ritmo de la aldea, y unos inseparables zapatos de tacón hiciera lo que hiciera.

Cuando, en su día, vi la película de Barbie, me acordé de aquello, porque el personaje de Ken me recordaba en cierto modo el síndrome de Pitufina pero al revés, lo que me pareció, dicho sea de paso, una genialidad. Mientras había Barbies dedicadas a todas las actividades y profesiones imaginables, Ken era solo Ken, el novio de Barbie. Precisamente, eso que nos ha pasado a las mujeres tanto tiempo, y que, por desgracia, sigue ocurriendo en muchos ámbitos, No hay más que ver titulares que, ignorando olímpicamente los méritos de cualquier mujer, la reducen a la “señora de” por el solo hecho de tener una pareja famosa.

Y, de repente, mi gozo en un pozo. Un chasco que, aunque es bastante frecuente cuando hablamos de temas de igualdad de mujeres y hombres, no dejará de fastidiarme nunca. Y, llegado el momento de las nominaciones a los Oscar, el único pitufo, Ken, se alza con su cuota y todas las pitufinas -guionista, actriz, directora, película- empoderadas pasan la mano por la pared. Y, como si de un truco de prestidigitación se tratara, lo que había sido una apuesta feminista del cine, se convierte en una muestra del machismo en ese ámbito. O un bofetón de realidad, que viene a ser lo mismo.

No obstante, no me gustaría que nadie me malinterpretara. Pienso que el actor está fantástico en su papel de Ken, y que plasma a la perfección lo que se esperaba de él, el pitufo relegado entre muchas pitufinas que acaba rebotándose. Pero también era fantástico el guion, la película entera y la interpretación de Barbie, y no han recibido nada.

Y a mí todo esto me hace pensar ¿Casualidad? Puede ser, pero no lo creo. Porque cuando de invisibilizar a las mujeres se trata, nada es casual. Por desgracia    

SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (@gisb_sus)