No falla. Cada vez que en este país se da un paso en la consecución de derechos y conquistas civiles, la derecha, aún decimonónica se pertrecha con armas y bagajes para tratar de frenar a nuestra sociedad. Ya en febrero, cuando se perfilaba la propuesta de la “Ley de Muerte Digna”, la comúnmente denominada Eutanasia, respondía VOX a la conjura de la Iglesia española, en el rostro y en la voz de sus más nefastos y reaccionarios portavoces. El ejecutivo de Pedro Sánchez anunció entonces que ésta, la despenalización de la Eutanasia y su legislación, sería la primera iniciativa legislativa, para muy pronto, después de que en diciembre del pasado año, con un gran consenso, a iniciativa de Ciudadanos y con el apoyo de PSOE, PP, Unidas Podemos y gran parte del Grupo Mixto, se aprobara en el Congreso de los Diputados la “Ley de muerte Digna”. Una ley pendiente de pasar por el Senado, y que obligará a todas las comunidades autónomas, a ofrecer a los pacientes terminales y sin posibilidades de tratamiento, medidas paliativas contra el dolor, y el cumplimiento de los testamentos vitales, es decir, no ser mantenidos con vida artificialmente. He aquí la primera contradicción del señor Pablo Casado y los suyos, al constatar que, lo que apoyaba el PP en diciembre pasado, ahora lo combate, no sea que su hermano bastardo por la derecha, Vox, le quite aún más espacio del que ya le ha arrebatado. El peso del miedo a perder espacio electoral de Casado está convirtiendo al partido de la oposición en una veleta inútil para nuestro país, que cambia al ritmo que marca Santiago Abascal. Veremos si, en este momento, aquellas comunidades autónomas en las que el apoyo de Vox es necesario para su gobierno, se cumple esta ley, donde, por ejemplo, contra la ley educativa establecida, la Constitución y el buen juicio, los de Abascal pretenden imponer el “Pin Parental”, aunque sea ilegal según todos los pronunciamientos, o se siga primando a las privadas y las concertadas sobre la educación pública.

Tras la aprobación de la nueva ley, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha celebrado que esta aprobación “supone una gran conquista social” para el país, convirtiéndose en el sexto del mundo en legalizar y regular la Eutanasia. “Avanzamos en libertad, en derechos civiles y en dignidad”, ha escrito en su cuenta de Twitter, donde ha dado las gracias a los grupos “que han apoyado esta norma y a las personas y colectivos que han tratado para conseguirlo”.

Ante el anuncio del Gobierno sobre la ley de la Eutanasia, el portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, otro leal al sombrío Rouco Varela, avisó de las líneas rojas que plantea su organización. Dijo: “Causar la muerte me parece un atajo que deshumaniza. La realidad del sufrimiento pide cuidados paliativos, amor, una genuina compasión. Me sorprende mucho que en la exposición de motivos de esta ley se hable de 'demanda social', cuando en la ley educativa se quita esa idea de la demanda social. He aquí que la demanda social solo es útil para tener una coartada moral supuestamente democrática para legislar en contra de la vida”. Es curioso cómo tantos años de estudio de teología a algunos sólo les sirvió para retorcer el pensamiento y su propia alma. Nadie va a legalizar “causar la muerte”, que en nuestro idioma se llama “asesinato”, y está penado. Se ha legislado para todos, una ley que garantice la seguridad y el cumplimiento de las últimas y legítimas voluntades de los enfermos. Nadie obliga a nadie a ejercer un derecho, como no obliga la ley a divorciarse, abortar o casarse, en caso de ser homosexual católico. Es una pena que, estos señores, se dediquen más a negociar con el temor y dolor ajeno, razón por la que llevan siglos enriqueciéndose y viviendo como príncipes, y metiendo sus manos en la vida de los demás. Esta es una ley que respalda más del ochenta por ciento de la ciudadanía española. Tal vez sea hora ya de acabar con el concordato, de liquidar los beneficios fiscales de los que disfrutan, en detrimento de todos los españoles. La injerencia de la Iglesia católica, en cuestiones políticas y de Estado, no es más que otro vicio adquirido de tiempos preconstitucionales. Tics de cuando llevaban a un Dictador asesino bajo palio, con toda clase de bendiciones, atentando contra sus propios preceptos y mandamientos: “no matarás”. Deformaciones de la moral que los convierte, una vez más, en buitres y apóstoles del dolor ajeno, por el que han construido un poder muy poco espiritual, y obscenamente terrenal. Lo más lamentable de todo es que, embozados en la caridad, que no practican, y conjuntamente con las acciones de corpúsculos de jueces fanáticos, como en su momento desde la COPE, representantes públicos en el Congreso defiendan la crueldad, el encarnizamiento y la prolongación del sufrimiento de sus semejantes. Hasta el Cristo necesitó el concurso de Longinos para poner fin a su agonía de una lanzada. De ahí viene, precisamente el concepto “Eutanasia”, “buena muerte”. Pero además de dignidad, decencia, respeto y amor por sus semejantes, a la mayoría de la Conferencia episcopal, y de los integrantes del PP y de Vox, les falta cultura, y educación en su propio credo.