El pasado día 19 de noviembre fue una fecha muy especial para todas las mujeres españolas. No la podemos ni debemos obviar. El 19 de noviembre de 1933 se celebraron las segundas  elecciones generales de la Segunda República española, siendo las primeras en la historia de España en las que hubo sufragio universal; es decir, hace exactamente 87 años y pocos días que las mujeres pudimos votar por primera vez en este país en unas elecciones generales; fue la primera vez que se escuchó la voz de las mujeres.

Fue la Segunda República española la que reconoció el sufragio femenino y la que les concedió a las mujeres la igualdad de derechos políticos respecto de los hombres. Previamente, en la Constitución española de 1931, la que se redactó con la llegada del primer régimen democrático en nuestro país, aparecía el artículo 34, que decía así: “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintiún años, tendrán los mismos derechos electorales, conforme determinen las leyes”. Y España entraba a formar parte, con este primer reconocimiento a la igualdad entre los sexos, de los países democráticamente más avanzados de Europa y del mundo.

Fue un logro colosal en esa España aturdida, sometida y adoctrinada hasta la médula en la dogmática cristiana, tan claramente machista y misógina, tan experimentada en promover la indignidad y la sumisión de las mujeres y tan experta en promocionar el odio contra lo femenino. Fue un logro de la II República española, y muy especialmente de la lucha de la diputada Clara Campoamor, el otorgar la voz y, con ella, la dignidad a las mujeres al reconocer definitivamente el sufragio femenino. Aunque duró muy poco, porque el golpe de Estado de 1936 acabaría con la República y con todos sus logros.

En esos años las mujeres seguían siendo consideradas meros apéndices del hombre; la religión cristiana se ha pasado muchos siglos propagando la indignidad femenina, considerándonos una costilla de Adán, y, lo que es peor, descendientes de Eva, una pecadora culpable de todos los males del mundo por haber osado morder la manzana del conocimiento. En este mito cristiano que narra el Génesis está contenida la idea básica del odio contra la mujer en Occidente. Si ese primer pecado de la supuesta primera mujer trajo como consecuencia toda la infelicidad y la miseria a toda la humanidad por toda la eternidad, que es lo que nos cuentan, ¿cómo no odiar a las mujeres? Debería estar prohibido verter ese mito en las mentes infantiles, lo cual se sigue haciendo a día de hoy. El científico inglés Richard Dawkins afirma con contundencia que “es perverso instruir a los niños en falsedades”.

Fue una gran hazaña política y personal de Clara Campoamor, porque en 1933 el imaginario social aún estaba enormemente mediatizado por la misoginia que se ha ido inyectando de manera implacable durante siglos en la mente colectiva, desde la religión y, por supuesto, desde la Enseñanza (entonces aún monopolio casi exclusivo del clero). Pero como consecuencia de este gran triunfo Clara Campoamor tuvo que dejar su partido, abandonar su carrera política y verse hundida en su vida personal. Vivió el resto de su vida exiliada en Argentina y finalmente en Suiza, donde ejerció de abogada hasta su muerte.

Unos años antes, en 1923, una escritora canaria, Mercedes Pinto, una de cuyas nietas es una buena amiga y por eso conozco la historia muy bien, impartió una conferencia en la Universidad Central de Madrid: “El divorcio como una medida higiénica”, cuyo contenido es fácil de entrever por el título mismo. La conferencia marcó un hito en España en la defensa de la dignidad femenina y que, lógicamente, le costó inmediatamente el exilio a la escritora, por orden directa del dictador Primo de Rivera. Jamás pudo volver.

Resulta muy decepcionante percibir cómo no existe ninguna conmemoración, ningún recuerdo, ningún acto oficial de agradecimiento por el voto femenino ni por la lucha de estas dos maravillosas mujeres, y de otras muchas gracias a las cuales las mujeres de hoy ya no estamos en el pozo de las sombras.

Y ayer, día 25, se celebró el Día Internacional contra la violencia de género. Es un logro simbólico que se celebre este día en recuerdo de tantas mujeres muertas y maltratadas física y psicológicamente por ser mujeres. Aunque a día de hoy se sigue difundiendo desde las mismas escuelas, a través de los mitos religiosos, el odio contra lo femenino, y sembrando en las mentes infantiles una concepción del mundo misógina y machista. Y es en la escuela y en la Educación donde está la clave.

Desde determinadas tribunas y grupos políticos, especialmente los de extrema derecha, se siguen vertiendo falacias para desprestigiar el movimiento que busca la igualdad esencial entre hombres y mujeres. Y hablan de  totalitarismo y de “feminismo radical” los mismos que se dedican a ejercer el totalitarismo, a despreciar los derechos humanos y a defender ideas radicales. En este sentido cobran gran significado las palabras de la académica e investigadora social norteamericana Cheris Kramarae cuando afirma que “el feminismo es esa idea tan radical que sugiere que las mujeres somos seres humanos”.