La forma como se está abordando la triple crisis sanitaria, social y económica derivada de la expansion de la Covid – 19 nos está dejando un reguero de desafíos éticos, vinculados a nuestras libertades, nuestra relación con la tecnología o el trato que ofrecemos a nuestros mayores, por ejemplo. Le pedimos a Fernando Broncano que analice algunos. Broncano es catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad Carlos III de Madrid. Es autor de Saber en condiciones (2003, Antonio Machado), Entre ingenieros y ciudadanos (2006, Montesinos); La melancolía del ciborg (2009, Herder), Sujetos en la niebla (2013, Herder) o Cultura es nombre de derrota (2018, Delirio), por mencionar solo algunos títulos de su extensa carrera.

DILEMA 2: Últimamente se nos acusaba de ser más emocionales que racionales, y eso se notaría en una comunicación política y empresarial más basada en opiniones que en hechos y datos. Con esta crisis y el protagonismo que están teniendo en su solución los profesionales científicos y técnicos, ¿podría cambiar nuestra relación con la ciencia y la razón?

Fernando Broncano: Hasta ahora éramos poca gente, y perteneciente a círculos muy especializados, la que planteábamos que uno de los problemas centrales de la democracia es la gestión del conocimiento. Tienes razón en que tanto empresas como partidos políticos han optado en los últimos tiempos por una especie de teoría emocional del liderazgo, lo que tiene mucho que ver con los populismos, sin reparar en que el poder actualmente reside en la apropiación del conocimiento y la ignorancia. En el estrato superior está el sistema de expertos que ahora ocupa el corazón de los Estados, pero en todas las instancias de nuestra vida la tensión entre conocimiento e ignorancia es central para la reproducción de la injusticia y la desigualdad. El conocimiento es, al final, el corazón de la agencia personal y colectiva, por más que queramos darle mucha fuerza al deseo, y un colectivo es tan fuerte como lo sean sus capacidades para apropiarse del futuro.

"En el mundo contemporáneo, el control militar está siendo sustituido por el control tecnológico".

En el mundo contemporáneo, el control militar está siendo sustituido por el control tecnológico. Ahora hemos visto qué ocurre cuando se extiende una pandemia de virus, y cómo dependemos de nuestras capacidades de reacción. Imaginemos una pandemia tecnológica con un apagón general de las grandes plataformas. Todo esto está llevando a mucha gente a confiar cada vez más en sociedades autoritarias y centralistas. La ola de admiración que suscita China va en la dirección de una cierta nostalgia por las sociedades de orden y alta producción tecnológica. No se dan cuenta de que el autoritarismo se está asentando mucho más profundamente que por la vía emocional. Y sobre todo no son conscientes de que las democracias son mucho más fuertes que las sociedades autoritarias para encontrar soluciones y para negociar el reparto de autoridades entre expertos y ciudadanos. Me atrevo a anticipar que a la ola de populismos le va a seguir una ola de tecnocracias.