Llevamos conviviendo con los gorriones desde la Prehistoria, si bien desde principios del siglo XX su población ha descendido drásticamente tanto en áreas rurales como urbanas de toda Europa: la contaminación, la falta de ubicaciones para anidar, para encontrar comida… Son numerosas las causas que se han barajado entre las que pueden estar detrás del dramático descenso del número de gorriones. Ahora, el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la Universidad de Valencia y de la Universidad de Alicante ha hallado que sustituir el césped natural por otro artificial en parques urbanos de cuatro localidades valencianas ha significado una reducción de hasta un 60 por ciento del número de especies de gorrión común (Passer domesticus) en cuatro años. Con todo, la situación no es tan grave como en el centro de Londres, donde el gorrión hoy está prácticamente extinguido, mientras que en 1925 las crónicas hablan de más de cien millones de ejemplares, según informa la Universidad de Valencia en un comunicado.

Edgar Bernat-Ponce y José A. Gil-Delgado, del Instituto Cavanilles, y Germán M. López, de la Universidad de Alicante, explican que en un texto de la revista Urban Ecosystems que estudiaron durante 4 veranos (entre 2015 y 2018) el impacto que tuvo la sustitución del suelo de los parques (hierba, suelo desnudo) por componentes artificiales (hormigón, hierba artificial, zonas para perros, pavimentos) en la supervivencia del gorrión común.

Y de los 32 parques valencianos que estos investigadores analizaron en cuatro localidades, en 10 se produjeron remodelaciones sustanciales durante ese periodo de cuatro años. Y tanto en los parques remodelados como en los que no lo estuvieron, la cantidad de gorriones era similar en el momento inicial, si bien en los no reformados en este período la población disminuyó un 15 %, mientras que en los que se reformaron el descenso llegó al 60 % de media en el mismo período, alcanzando un pico del 62,3 % tras el año específico de la reforma.

Así, como una de las conclusiones del artículo, se destaca que la remodelación de las zonas con césped o hierba natural es más dañina para los gorriones que en las zonas de suelo desnudo. Los autores reclaman desarrollar políticas de planificación urbana que persigan conservar el gorrión común y otras aves, si bien son conscientes de que las medidas planteadas por los ayuntamientos han tenido como efecto reducir el gasto de agua y el coste de los jardines. En hierba, expresan, es mucho más probable la presencia de invertebrados y semillas –alimentos– que en las zonas sin cubierta vegetal.

Por otro lado, los investigadores reflejan que han medido la distancia entre los parques, y la remodelación de un parque urbano podría haber provocado un desplazamiento de gorriones a otro cercano. Porque con una distancia media entre parques de 370 metros, la mayoría de los pájaros que desaparecieron de los urbanizados murieron o emigraron a hábitats urbanos cercanos.