En estos días en los que en las tecnologías nos atropellan, están bien echar la vista atrás. Recapacitar sobre ingenios pensados para preservar lo que somos. Para registrar nuestra voz o la música que producimos. Y extenderla y conservarla por toda la eternidad.

Gramófono contra fonógrafo

A finales del siglo XIX, dos extraños aparatos nacieron para cambiar el mundo. El fonógrafo, inventado por Edison, y el gramófono, ideado por Berliner, empezaron casi como atracciones de feria. Unos dispositivos capaces de captar y reproducir los sonidos que se emitían cerca. De ahí al nacimiento de la industria musical pasaron unas décadas. Hoy guardamos nuestras grabaciones favoritas en el móvil. Ya no existen en formato físico. Pero hubo un tiempo en el que la música y los discursos se imprimían en unos pesados y frágiles discos de pizarra. Eso fue antes de la irrupción del plástico. Discos que giraban a 78 revoluciones por minuto en los gramófonos de las casas adineradas o en los clubes de alterne.

El Gran Proyecto 78

Ahora, una iniciativa busca actualidad todas esas grabaciones. Digitalizarlas y ponerlas al alcance del público de forma gratuita. The Great 78 Project ha recopilado nada menos que 30.000 grabaciones y ha creado un sorprendente archivo online. Grabaciones que van desde rezos en yiddish, música hawaiana o bandas de Twist de los años cuarenta. Registros que desde 1898 a 1950. Sonidos que, aunque digitalizados y filtrados, mantienen ese romántico rascado que nos habla de una aguja arañando el surco. El ruido que ha marcado a varias generaciones y al que todavía, a día de hoy, existen millones de adictos. Los responsables del Great 78 Project han pedido ayuda a los internautas para seguir ampliando el archivo. Piden viejos discos de 78 RPM de todo el mundo para garantizar que su contenido no se pierde y llega a todos los que pueda interesar.