En el Día del Agua, pensemos también en las aguas residuales. Las domésticas, las agrícolas y las industriales, que desechamos a diario. Aguas, todas ellas, que podrían convertirse en un "oro negro" para desafiar a la escasez hídrica, indica Naciones Unidas en su informe anual sobre el desarrollo de los recursos hídricos, presentado hoy en Durban (Sudáfrica). Porque, se dice, las guerras del futuro serán por el agua, en especial por la dulce, porque no es un recurso ilimitado y cada vez hay mayor demanda. La ONU afirma califica esta agua de “recurso inestimable”, y engloba en ellas una “proporción considerable” de las aguas residuales que se vierten, que ni se sanean, ni se recogen ni se tratan previamente, especialmente en los países poco desarrollados, donde solo se aplica tratamiento a un 8% del agua utilizada. Les concede una importancia equivalente a la del petróleo. La propuesta de la ONU es aumentar el tratamiento de aguas residuales en los países pobres, acercando su tratamiento al de los países ricos, donde un 70% de estas aguas se gestiona y recicla cuidadosamente. Se reclama también disminuir los vertidos e incrementar el tratamiento de las aguas residuales para satisfacer las necesidades ocasionadas por el crecimiento demográfico y la fragilidad de los ecosistemas. En muchos países pobres, a menudo se multiplican los poblados chabolistas sin buenas condiciones de saneamiento. Un ejemplo tristemente paradigmático de este problema es Lagos, en Nigeria, una ciudad en permanente crecimiento que genera a diario un millón y medio de metros cúbicos de aguas residuales que desembocan sin haber sido tratadas en la laguna que circunda a la urbe. La contaminación de este tipo de aguas, debido a los excrementos humanos y animales, afecta a casi un tercio de los cursos fluviales de América Latina, África y Asia, donde 842.000 personas murieron en 2012 debido a la toxicidad del agua.