De repente pasan unos años, una década o dos, y los científicos resuelven que aquel agente químico que combatía las plagas o que hacía crecer los cultivos más rápido es altamente nocivo para la salud. O para el medioambiente. Normalmente para ambos elementos. Y se prohíbe. Pero parte del daño está hecho.

Cinco años más

Este parece ser el caso de los glifosatos. Los ambientalistas llevan tiempo denunciado este herbicida por su supuesto impacto sobre la salud de las personas que e ven expuestas a él y sobre el medioambiente de las zonas en las que se aplica. Sin embargo, la Unión Europea ha prorrogado por cinco años más el permiso para su uso. Así, hasta el próximo año 2022, los agricultores podrán seguir rociando sus cosechas con este polémico compuesto. 18 países votaron a favor de la medida, 9 se mostraron contrario a esta prórroga. Aunque no lo parezca, la votación y sobre todo las discusiones fueron muy tensas. En una primera votación, cuatro países prefirieron abstenerse. Ya a punto de caducar la anterior prórroga se repitió la votación y e dio luz verde al uso del glifosato.

Reacciones encontradas

En cualquier caso, la decisión ha provocado reacciones encontradas. Mientras los responsables comunitarios aseguran que garantiza el control sanitario del compuesto, los ecologistas se muestran escandalizados. Para ellos, las personas encargadas de proteger la salud pública de la Unión Europea y su medio ambiente han preferido mirar hacia otro lado y dejarse influir por los lobbies, tanto de la industria química como de los propios agricultores. Mientras, las repercusiones nocivas del glifosato siguen sin estar claras. Informen científicos encontrados se han sucedido en los últimos meses. En 2015, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer lo consideró como “probablemente cancerígeno”. Pero este indicación no ha sido suficiente, hasta el momento.