Tiene toda la pinta de malo de comedia política. Como recién salido de ‘Teléfono rojo’. Pero el caso es que parece que estamos en sus manos. Puede que incluso más de lo que pensamos. Y estar en las manos de un tipo tan estrafalario como Kim Jong-Un, el estrambótico amado líder de Corea del Norte no es cualquier cosa.

Terremotos nucleares

El dirigente del país asiático sigue empeñado en desarrollar su programa de armamento nuclear. Y es algo que los científicos saben bien. El pasado septiembre, estaciones sísmicas de toda Asia entraron en ebullición. Registraron un seísmo de 5,2 grados en la escala de Richter. Pero las ondas no procedían de las fricciones entre placas tectónicas. Los sismólogos localizaron el epicentro en el subsuelo de Corea del Norte. Y rápidamente definieron su origen como una explosión nuclear subterránea.

Corea del Norte pasa de todo

Así, explosión tras explosión, los científicos han podido ir diferenciado mejor las ondas sísmicas producidas por causas naturales o por el programa nuclear del amado líder. Y una vez identificadas las ondas nucleares, van delimitando la potencia de las armas que el ejército norcoreano está probando en sus áreas de test. En 1996 se firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear que incluso prohíbe las pruebas con este tipo de armamento. Firmado por 180 países, otras naciones como Estados Unidos y la propia Corea del Norte se negaron a suscribirlo. Desde de este acuerdo se ha venido desarrollando una red internacional de estaciones encargadas de detectar las posibles violaciones del pacto. Estos centros estudian los efectos de las explosiones tanto en el subsuelo como bajo los océanos. En el caso de las estaciones asiáticas que están percibiendo las pruebas norcoreanas, los datos son tan claros y frecuentes que incluso les han permitido establecer el área en el que se realizan los test. En la zona montañosa en la que se encuentra el Monte Mantapsan, en el sur del país.