Nos lo han repetido y ya lo sabemos: es malo que nos toquemos la cara, porque podemos llevarnos a la boca o los ojos los gérmenes, microbios y virus que pueden permanecer, durante días, en superficies como pomos de puertas, botones de ascensores, postes de metro... Por supuesto, está incluido en esa familia de indeseables el coronavirus Covid-19, que hallaría en nuestras fosas una puerta de entrada al organismo, donde campar a sus anchas y enfermarnos.

Pero esto es la teoría. Ese gesto de manos al moflete o a la frente es involuntario e inconsciente. El brote del coronavirus nos ha puesto ante el espejo de la cantidad de veces que nos toqueteamos. ¿Cómo quitarnos la maldita costumbre? He aquí algunos trucos que ha difundido la sección de salud de The New York Times.

  • Tener a mano pañuelos desechables. Así, si uno se da cuenta de que tiene que estornudar o rascarse la nariz, lo tendrá fácil para echar mano del papel, que habrá que tirar después de su primer uso, para que éste sea el único. Y ya saben, si no llegamos a tiempo de coger el pañuelo, al menos estornudemos en el anverso del codo, para mantener las manos intactas, ya que son unas tremendas transmisoras de virus a nuestro entorno y a nuestro propio cuerpo.
  • El Dr. Raabe de la Universidad Langone Health de Nueva York ha aportado, como sugerencia, ser conscientes de los desencadenantes que nos llevan a tocamos la cara. Hacer una pausa, permanecer quietos un rato largo o auto observarnos, dándonos cuenta de cómo y por qué nos llevamos las manos a la cara, para abordar la causa de raíz. Si nos llevamos las manos continuamente a los ojos, quizá sea porque tenemos que echarnos lágrimas artificiales. Si nos tocamos mucho el pelo que se nos viene a la cara, quizá sea momento de hacernos una coleta o cortarnos el flequillo. Si nos rascamos compulsivamente como tic nervioso, intentemos mantener la calma; como antídoto, podemos ponernos una goma elástica en la muñeca y estirarla, dándonos un pequeño golpe, cuando nos sorprendamos restregándonos los dedos por enésima vez.
  • Pegar post-it recordatorios por la pared o mantener las manos ocupadas, con una pelota antiestrés, un boli u otro objeto que nos impida o dificulte el gesto.
  • Untarlas con crema o alguna loción perfumada que llame la atención de nuestra atención olfativa, y evite a tiempo que culminemos el aterrizaje de los dedos en la cara.
  • En Corea del Sur se recomendaba, durante su alerta, utilizar la mano no dominante para tocar pomos de la puerta, teléfonos, llaves... Eso nos hará más conscientes de la necesidad de lavar esa mano, y además, al no ser la dominante, tenderemos a llevárnosla menos a la cara.

Dicho esto, mantengamos la calma. Que evitar tocarnos la cara no sea otro foco de ansiedad.