Si hay un ser vilipendiado dentro del reino animal sin duda es el macho de la mantis religiosa. No solo es que casi siempre acabe devorado por la hembra durante la cópula, es que encima se le culpa de perder, literalmente, la cabeza por el sexo, extendiendo al pobre bicho lo que es un comportamiento humano.

Una investigación real

Pero esta es una interpretación errónea como un grupo de científicos de la Royal Society del Reino Unido se han encargado de demostrar. Los expertos buscaban desentrañar el por qué de este sacrificio de los machos de mantis con argumentos científicos y no de barra de bar. El resultado es sorprendente y lógico al mismo tiempo: los machos de las mantis se dejan devorar por sus parejas para que estas desarrollen un mayor número de huevos, y con más posibilidades de eclosionar con éxito, aportando, además de su código genético, aminoácidos esenciales y proteínas al desarrollo de las futuras crías.

Machos gamma

En la investigación, los entomólogos seleccionaron unos buenos ejemplares y les inyectaron un compuesto radioactivo. Después les juntaron con hembras de la especie y dejaron que se aparearan. Justo en el momento en el que parecía que la hembra se disponía a cumplir con el ritual que le marca su instinto, los científicos salvaron a la mitad de los machos y dejaron que la naturaleza siguiera su curso en el caso de la otra mitad.

Más huevos

Después analizaron las puestas y encontraron en ellas las proteínas cargadas con los iones radioactivos que habían inyectado a los machos. Y además, que las ootecas de las hembras caníbales presentaban un porcentaje superior al 50 por ciento más de huevos que las de sus compañeras que no pudieron deglutir a sus parejas. Pero eso no es todo. Un macho devorado garantiza que más futuras mantis lleven su código genético en el mismo apareamiento… pero no puede volverse a aparear. La explicación de los científicos es que los machos se dejan devorar cuando el acceso a hembras es restringido y de este modo optimizan el afortunado encuentro. Cuando los machos disponen de hembras en abundancia, prefieren zafarse de sus parejas a tiempo y el canibalismo baja hasta entre el 13 y el 28 por ciento de los casos.