Los autobuses de Londres llevan un mes moviéndose gracias a un biocombustible compuesto, en parte, de posos de café. Es un proyecto piloto alineado con iniciativas como el uso como biocomustibles de whisky en Escocia, el tequila en México o el uso de las uvas o naranjas en España, en la intención de todos ellos por reducir el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de CO2 a la atmósfera. El Reino Unido genera cada año 200.000 toneladas de desechos de café molido. Grandes cantidades que al descomponerse en los vertederos, emiten una gran cantidad de gas metano, hasta 28 veces más nocivo que el dióxido de carbono. Por ello, la start-up británica Bio Bean ha decidido reutilizar estos desechos para producir biocombustible, capaz de poner en marcha los autobuses de Londres. https://www.youtube.com/watch?v=Ja5UAq09lps La compañía ha producido 6.000 litros de aceite de café, que, mezclado con  otras grasas, es capaz de desarrollar un biocomponente del 20% que, mezclado a su vez con diésel mineral, se convierte en un biocombustible B20 derivado del café. Gracias a ello, la compañía pretende disminuir las emisiones de dióxido de carbono hasta un 15% en el sector del transporte. Bio Bean trabaja en colaboración con Shell y Argent Energy.

Alemania, líder en biocombustibles orgánicos

No es, pues, la primera vez que se pone en marcha un proyecto de estas características. Alemania marcó en gran medida el camino con la primera refinería que saca fuel de la madera. Y el propio Reino Unido ya abrió en enero un Centro de Bioenergía Sostenible para obtenerlo de residuos agrícolas. La Unión Europea se marcó como objetivo para 2020 cubrir con biocombustibles (de los llamados primarios) el 10% de la energía para el transporte.