La producción e incineración de plástico generará este año más de 850 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que equivale a la contaminación de 189 nuevas centrales eléctricas de carbón de 500 megavatios.

El exceso de plástico en el planeta y sus nocivos efectos para el medio ambiente y la salud son ya una evidencia, y además de adoptar medidas como prohibir el plástico de un solo uso en un futuro cercano, la comunidad científica y política trabaja en medidas como la que ha propuesto un equipo de investigadores del Laboratorio de Berkeley (Estados Unidos), que ha logrado desarrollar un plástico capaz de descomponerse y reciclarse de forma indefinida.

Y es que el reciclado de plásticos tiene sus propias complicaciones, la mayoría de los plásticos no están diseñados para que puedan reciclarse al contener aditivos como los colorantes u otras sustancias químicas. Incluso el que se considera el más ‘reciclable’ de todos, el tereftalato de polietileno (PET, por sus siglas en inglés), tarda unos 700 años en degradarse, y se recicla a una tasa de solo el 20 o el 30%.

Esta nueva iniciativa permite ensamblar plásticos desde una perspectiva molecular. Así, este material —llamado poli(dicetoenamina) o PDK— se puede desmontar a nivel molecular y luego volver a ensamblar con una forma, textura y color diferentes una y otra vez, sin perder rendimiento o calidad.

Es un tipo de polímero (así se llaman las moléculas que forman los plásticos), y puede separarse de los componentes químicos que le dan dureza, flexibilidad o color a la ropa o las fundas de los móviles, componentes que son los verdaderamente problemáticos a la hora de reciclar. Y lo hacen al entrar en contacto con una solución ácida que rompe los enlaces entre monómeros a la vez que los separa de los aditivos.