Ya advirtió antes de llegar a la Casa Blanca que revocaría desde sus cimientos la normativa medioambiental que construyó Obama para la lucha contra el cambio climático. No en vano, una de sus primeras medidas fue la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, en junio de 2017. Donald Trump le asestó otro golpe a esta el pasado martes, presentando su nuevo Plan de Energía Limpia Asequible, que permitirá a los estados fijar sus propios objetivos de emisiones de dióxido de carbono en un plazo de tres años, estándares que deberán, a continuación ser aprobado por la EPA en un año. En caso de no ser aprobada la propuesta estatal, el Gobierno federal podrá implantar su propia normativa.

Además, la ley ampliaría la vida útil de centrales de carbón, cosa que la Administración anterior descartó, elaborando un calendario de cierre de todas ellas con estrictas normas medioambientales y la promoción de energías limpias. También se ha establecido una rebaja en el coste de la energía, no obstante, moderado, entre un 0,2% y un 0,5 % de aquí al 2025. De esta manera, la nueva medida, bautizada plan de Energía Limpia Asequible (ACE, por sus siglas en inglés), prevé reducir en 400 millones de dólares (349,5 millones de euros) al año "la carga" que tiene que soportar la industria local debido a la anterior normativa, según ha informado la Agencia de Protección Ambiental (EPA).

La propuesta entraría en vigor por decreto del presidente Donald Trump, podría bloquearla el Tribunal Supremo en caso de que se presente una demanda, tal y como ocurrió con el Plan de Energía Limpia (CPP, por sus siglas en inglés) del expresidente Obama.

Durante la anterior Administración, la EPA estimó que el Plan de Energía Limpia de Obama podría prevenir de 2.700 a 6.600 muertes prematuras y de 140.000 a 150.000 ataques de asma en niños, argumento por el que diversos movimientos sociales y legisladores han rechazado este martes el anuncio del Gobierno.