Han pasado veinte años del accidente de la mina de Aznalcóllar (Sevilla), considerado uno de los mayores desastres medioambientales de España junto con el del Prestige. El 25 de abril de 1998, comenzaban a verterse sin control unos dos millones de metros cúbicos de lodos y otros cuatro de aguas contaminadas, en una riada de 500 metros de anchura que recorrió 62 kilómetros hasta el tramo final del río Guadiamar y límite del Parque Nacional y Natural de Doñana, a causa de la rotura de la Balsa Minera de Aznalcóllar, propiedad de la empresa sueca Boliden. La riada tóxica anegó 4.600 hectáreas, y el CSIC estima esta contaminación cien veces mayor que la del Prestige,

Hoy, según científicos del proyecto Foil Plant, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología (IRNA) de Sevilla, dependiente del CSIC, que analizan desde 1998 esta catástrofe, la zona ha recuperado gran parte de sus zonas verdes y la limpieza de los 62 kilómetros contaminados del río Guadiamar se considera ejemplar por la coordinación entre administraciones y los criterios científicos que se manejaron para la gestión (costó 200 millones de euros). Pero quedan flecos pendientes, y el equipo recomienda volver a limpiar algunos puntos contaminados con metales pesados.

Además, informa EFE Verde, está pendiente recuperar la economía de la zona, que padece niveles de paro iguales o superiores a los de 1998; consolidar el Guadiamar como corredor ecológico entre Doñana y Sierra Morena o cobrar a la multinacional sueca Boliden, propietaria de la mina, un solo euro gastado en esta limpieza.