Pese a la COVID-19, el principio del verano da el pistoletazo de salida por quinto año consecutivo a la campaña de recolección de muestras biológicas del proyecto de ciencia ciudadana ‘Melanogaster: Catch the Fly!’ (#MelanogasterCTF). Entre julio y octubre, más de 15 profesores/as y 250 estudiantes de centros educativos de zonas rurales en 6 comunidades autónomas españolas y el estado alemán de Baden-Wurtemberg colaborarán con científicos recolectando, clasificando y analizando muestras biológicas de Drosophila (mosca de la fruta) en campos de cultivo de su zona. Para ello, el proyecto ha adaptado sus protocolos con las medidas de higiene y distancia física que aseguran la protección de todos los y las participantes.

El proyecto de ciencia ciudadana #MelanogasterCTF, liderado por el Laboratorio de Genómica Evolutiva y Funcional (González Lab) del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF) de Barcelona, y la asociación de comunicación científica La Ciencia en Tu Mundo (LCATM), permite estudiar la base genómica de la adaptación, es decir, los cambios en la información genética gracias a los cuales los seres vivos se adaptan a su ambiente. Su respuesta tiene ramificaciones con aplicaciones importantes para el conjunto de la sociedad: respuesta al cambio climático, especies invasoras y plagas; resistencia de las bacterias a los antibióticos ; e incluso comprender cómo los virus se adaptan a nuevos organismos, de especial relevancia actualmente en el contexto de la  pandemia de COVID-19. El trabajo de la red DrosEU en colaboración con el proyecto #MelanogasterCTF ya ha obtenido interesantes resultados, como el descubrimiento del ‘virus Tomelloso’, que infecta a Drosophila melanogaster, o la realización del primer mapa europeo de la variación genética en esta especie. 

La labor de los centros educativos en la investigación

En cada campaña de colectas del proyecto #MelanogasterCTF, estudiantes y profesorado se desplazan a campos de cultivo cercanos a sus centros educativos, donde atrapan las Drosophilas (moscas de la fruta) junto a frutas que se hayan caído de los árboles y no sean útiles como alimento. Para ello cuentan con material proporcionado o inspirado por el proyecto, como aspiradores entomológicos y trampas con bastidores de bordar. Las drosófilas se duermen, y posteriormente se clasifican según su sexo (machos o hembras) y especie. Esto se hace en los laboratorios de los centros educativos, bien con lupas de los propios laboratorios o con dispositivos creados por el proyecto #MelanogasterCTF, que reciben el nombre de Magni-Fly y convierten cualquier smartphone en una lupa que permite diferenciar entre especies y sexos de las moscas. Una vez clasificadas, las drosófilas se envían a los laboratorios científicos para secuenciar y analizar su ADN. Es importante realizar estas colectas cada año, para poder seguir los cambios en el ambiente y cómo se relacionan con las nuevas generaciones de moscas y su variación genética.

#MelanogasterCTF ha ido creciendo progresivamente desde su inicio pionero en 2016 con dos escuelas españolas, en Baza y Tomelloso, hasta las actuales 14 escuelas participantes en 6 comunidades autónomas diferentes (Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña, Navarra y Comunidad Valenciana). En la pasada edición 2019, se incorporó también la escuela alemana Justus von Liebig, en el municipio de Waldshut-Tiengen (Baden-Wurtemberg), en plena Selva Negra. En futuras ediciones, se estudia la incorporación de nuevas escuelas en Francia, Italia, Portugal, Serbia, Turquía y otros países.