Mucho se habla sobre el futuro de la raza humana. No solo por cómo puedan afectar sus actos a la evolución del planeta, sino también por los cambios que se producirán en nuestro organismo con el paso de los años.

El ser humano siempre ha estado expuesto a modificaciones. Con el tiempo se fue perdiendo pelo, caminamos en una postura más erguida o nos volvimos más inteligentes. Sin embargo, parece casi inconcebible pensar que podamos evolucionar más allá de lo que somos, pero lo cierto es que muchos estudios apuntan a que nuestro cerebro podría ser más grande y que podremos perder partes de nuestro cuerpo que casi no utilizamos, como el dedo meñique de la mano.

Esta teoría del pequeño dedo meñique nos puede sonar un poco más. ¿Alguna vez hemos hecho la prueba de cómo sería vivir con cuatro dedos en nuestras manos? Suena raro. Pero aún más extraño sería imaginarnos con seis dedos, de los cuales dos de ellos fueran pulgares. ¿Acaso es posible?

Un segundo pulgar

Las prótesis suelen concebirse como ayudas o soluciones para problemas generados por carencias físicas. En este aspecto, Dani Clode, estudiante de diseño industrial del London’s Royal College of Art, decidió explorar una nueva funcionalidad: la de un ‘extra’ en nuestro cuerpo que pudiera incrementar las capacidades habituales.

Bajo este pretexto, diseñó un dispositivo con forma de dedo pulgar que puede ser incorporado en nuestra mano, al lado del dedo meñique. La extremidad, impresa en 3D, se controla de forma inalámbrica con movimientos de los pies a través de dos monitores que tiran de una serie de cables para ejecutar los movimientos.

Eso sí, aunque su utilidad inicial pueda parecer muy práctica, Clode todavía no se plantea avanzar con su patente. Por ahora, queda en una idea encallada.