Tengo el orgullo de haber pertenecido al equipo fundacional de ElPlural. Han sido muchos los que, desgraciadamente nos han dejado en estos 20 años, entre ellos el primer director, Enric Sopena, con quien trabajé desde los inicios de este medio nativo digital que no deja indiferente a nadie. Nos odian y nos aman con la misma intensidad. Mejor así que pasar inadvertido.
El inicio de nuestra aventura en septiembre de 2005 coincidió con la OPA de la entonces Gas Natural contra Endesa. La derecha puso el grito en el cielo y se movilizó para impedir que una empresa catalana se hiciera con el control de la energética. En el ardor de la batalla, Esperanza Aguirre llegó a lamentar que una multinacional de estas características acabara “fuera del territorio nacional”. Un lapsus, dijo, pero lo cierto es que esa operación representó el pistoletazo de salida para muchas otras cosas que vinieron después. ElPlural estuvo ahí, para denunciar esa catalanofobia emergente que después se instalaría en una parte de la sociedad con una virulencia inédita durante el debate de la reforma del Estatut catalán. Nunca entendí que se negara a Cataluña lo que en otras Comunidades Autónomas estuvo bien visto.
Sin embargo, hoy lo importante es que cumplimos 20 años y no quiero convertir este recuerdo en un artículo político. Me gustaría homenajear a todos y cada una de las personas que han pasado por aquí, todas ellas forman parte de esta gran familia. Igual que nuestros lectores, que son los más fieles del mundo digital. Sin todos vosotros, no habríamos podido llegar hasta aquí. Hemos tenido hijos pródigos, ceses temporales de convivencia e incluso divorcios sonados, como en las mejores familias. Gracias por ser tan especiales y diversos.
Enric Sopena, un director único e irrepetible
ElPlural fue el sueño de Toni Esteve y Victoria Piany: fundar un periódico digital progresista en un ecosistema de confidenciales, todos ellos de derechas. Su ocurrencia de ponernos a Enric Sopena a la batuta y mí en los teclados ha sido, sin duda, el mejor regalo que he tenido en mi vida profesional. Él fue, además de gran amigo, un director único e irrepetible.
Se le echa mucho de menos, pero su legado sigue tan vivo como el primer día. Aunque hemos cambiado, no nos hemos movido ni un milímetro del rumbo que nos marcó en 2005. Seguimos teniendo el mismo empeño que entonces en ser un periódico diferente, de pocas noticias, pero nada equidistantes con el mundo que nos rodea. Seguimos igual de comprometidos que el primer día con la defensa de los derechos humanos, la igualdad, los valores democráticos y el Estado del bienestar.
Nunca hemos ocultado nuestro ideario, aunque reconozco que, a veces, se nos ha ido un poco la mano. Como aquel día de 2006 en que España ganó el Mundial de Baloncesto y titulamos: ‘España arrasa en el deporte que practica Zapatero’. Fuera de contexto, suena extraño, pero solo pretendimos hacer un guiño a nuestros lectores en un momento en el que el presidente del Gobierno estaba marcando el rumbo a otros países en lo económico y en lo social. Esa pequeña broma se convirtió en motivo de burla para lo que Enric siempre llamaba la ‘caverna mediática’. ¡Qué se le va a hacer! Como él decía a menudo: 'Ladran, luego cabalgamos'.
Hubo, hay y habrá partido
Cuando tuvo que dar un paso atrás debido a su enfermedad nos quedamos un poco huérfanos, pero llegó Angélica Rubio, con un estilo diferente y, eso sí, el mismo empuje. Sin ella, tampoco hoy estaría escribiendo esto. No necesitaba meterse en líos, pero le gustaba tanto su profesión y el periodismo político que acabó aceptando el reto de dirigir ElPlural. Llegó cuando más se la necesitaba, abriendo nuevos caminos y dando continuidad al proyecto.
Angélica le pasó la batuta a José María Garrido. Como sus predecesores, es único e irrepetible. Lo demostró desde el primer día, en la entrevista más rocambolesca que he hecho, una especie de entrevista por poderes, a su hermano mayor, ya que él se encontraba en Finlandia terminando su Erasmus. Por surrealista que pueda parecer, lo tuve claro: alguien así merecía la pena. Y tanto que lo mereció. No tardó en volar solo, entusiasmándose con cada cosa que hacía. Y sigue igual: en eso no ha cambiado nada. De joven promesa del periodismo ha pasado a ser un líder con mayúsculas, que tendrá que enfrentarse al más difícil todavía, en un mundo en el que los medios nos vemos obligados a reivindicarnos y marcar nuestro territorio, con una inteligencia artificial que no sabemos todavía si es una amenaza, una aliada o las dos cosas a la vez.
El momento más emocionante
Si tuviera que elegir el mejor momento vivido a lo largo de estos años me quedo con el 22 de marzo de 2006, cuando ETA anunció un alto el fuego "permanente". Llamé por teléfono a Eduardo Madina, articulista nuestro por aquel entonces, para que hiciera una valoración. Me sigue emocionando esa conversación. No pudimos evitar unas lágrimas emocionadas. Lamentablemente esa felicidad fue truncada unos meses después por el atentado de la T4. Una sinrazón que, de alguna manera, contribuyó al basta ya definitivo. El único camino posible ya estaba marcado y no era otro que el fin de la violencia.
Se me viene a la cabeza Pedro Sánchez, hoy presidente del Gobierno, a quien fichamos en 2014 como articulista para comentar las primarias que se disputaron Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, ambos fallecidos. También Pedro Zerolo, quien, en su afán de estar siempre en todo, acabó muchas veces dictándome sus artículos desde el coche en el que viajaba. Alguna vez también tuve que jugar al dictado con Juan Antonio Labordeta, un genio en el tú a tú, pero siempre a la greña con su correo electrónico. También las conversaciones con Jordi García Soler, quien me descubrió los secretos de Nova Cançó y mil anécdotas de Raimon, Joan Manuel Serrat o Lluís Llach.
La realidad siempre supera a la ficción
En estos 20 años el mundo es diferente. Hemos vivido la abdicación de un Rey, una fuga histórica -la de Puigdemont, que huyó a Francia en el maletero de su coche para evitar la cárcel-, la primera moción de censura que ha conseguido cesar a un presidente y, cuando creíamos que lo habíamos visto todo, llegó una pandemia que nos situó en una etapa distópica que todos preferimos olvidar.
Vendrán otras cosas inimaginables, pero estoy segura de que las contaremos aquí, con esta nueva generación de periodistas que ha tomado el relevo y nos está conduciendo a las siguientes metas con fuerza, ilusión y ganas. En los últimos tiempos siempre bromeo diciendo que soy reina madre y, parafraseando a nuestro emérito, ya que nos ponemos, siento orgullo y satisfacción por todo lo vivido. Solo me acuerdo de lo bueno y espero poder ver otros 20 años de éxitos, información y aventuras. Gracias ElPlural por tanto.