En más de una y de dos películas típicas de la sobremesa de los sábados y domingos se aborda la posible caída sobre la tierra de un meteorito con consecuencias devastadoras para el ser humano. Esas historias suelen tener un final feliz, con la aparición de un héroe en el último momento capaz de diseñar una estrategia (tenga la forma que tenga) que impide el cataclismo.

En esta ocasión, no hablamos del día del juicio final; ni siquiera de un meteorito de grandes dimensiones, pero sí de un impacto próximo. Se trata de la primera estación espacial china puesta en órbita en 2011, la Tiangong-1. Su vida útil llega al final y, según informan desde la Agencia Espacial Europea (ESA), se prevé su caída sin control a la tierra en unas semanas.

La fecha concreta del impacto es imposible de determinar, no obstante, desde la ESA se dice que únicamente “desde un día antes de la reentrada real será posible predecir de forma aproximada qué regiones de la tierra podrían presenciar la reentrada”.

Difícil de predecir

A pesar de la posible predicción, también advierten de que, incluso 24 horas antes de la entrada en la atmósfera, saber la ubicación del impacto es muy complicado en un caso como este de “una reentrada incontrolada, más allá de las capacidades técnicas actuales, debido a las complejidades del modelado de la atmósfera, la dinámica del objeto reentrante y las limitaciones en la observación de la nave espacial”.

Cabe recordar que, cuando fue lanzada en 2011, la Tiangong-1 se convirtió en la primera estación espacial de China, además del primer laboratorio espacial experimental del gigante asiático. Sus misiones se han centrado durante su vida útil en probar las tecnologías relacionadas con el encuentro orbital y el acoplamiento.

Tal y como indican los expertos de la Agencia Espacial Europea, la estación entrará de nuevo en la atmósfera terrestre en el “período de tiempo que va de marzo a abril” de este año, instante en que se descompondrá en gran medida.  El temor tiene que ver con las partes que no se desintegren en el reingreso, y es ahí donde se centran todas las especulaciones.

"Satélites difuntos"

Los especialistas de la ESA señalan que, si bien en el momento de su lanzamiento la estación tenía una masa total aproximada de 8,5 toneladas, incluido el combustible, ahora mismo, al haber superado su vida útil de dos años (siguió funcionando otros dos) con bastante probabilidad debería haber consumido casi todo el carburante. “Esto significa que es probable una masa significativamente menor en la reentrada, comparable a la masa de satélites difuntos que hacen reentradas no controladas normalmente un par de veces al mes”, afirman desde la Agencia.

A mediados de enero de este año, la estación se encontraba a una distancia de alrededor de 280 kilómetros de la tierra. La Agencia Espacial Tripulada China publica en su web actualizaciones de su situación. Hoy mismo, lunes 19 de marzo, la Tiangong-1 se encuentra a 231,8 kilómetros de nuestro planeta, subrayando que no se ha producido anomalía alguna.

En cuanto a las zonas en la que podrían impactar los restos que no se desintegren durante su ingreso, los estudios apuntan al área de cualquier parte de la tierra entre 42.8 grados Norte y 42.8 grados Sur, en latitud. Esta medición se volvió a concretar hace unos días entre 43ºN y 43ºS, para volver a indicar que "en ningún momento será posible una predicción precisa de tiempo y ubicación". Esto significa que el lugar de impacto abarca un amplio territorio, aunque las mayores probabilidades se darían en países como España, Francia, Grecia, EEUU o la propia China, entre otros.

A pesar de las posibles alarmas y del pie que podría dar a quienes esperan el fin del mundo, parece que las previsiones confirman que los restos de la Tiangong-1 no serán demasiado significativos.