Pensamos que nuestro planeta es una esfera lisa. Pero basta echar un vistazo a nuestro alrededor para ver otros planetas y satélites hoyados de cráteres. Impactos colosales o más pequeños que dejan su marca sobre la superficie. Pero nos equivocamos. La Tierra también tiene esas cicatrice. Como la que se acaba de descubrir en Groenlandia.

1,5 km de hierro

Científicos de varias disciplinas y diferentes países acaban de comunicar el descubrimiento. Hace 12.000 años, según los primeros cálculos, una enorme bola de hierro de la que todavía no se ha establecido el tamaño, pero se estima de alrededor de 1,5 km., entró en la atmósfera terrestre a una velocidad de 20 kilómetros por hora e impactó en el borde occidental de la isla continente. 

Las consecuencias del impacto han permanecido ocultas por cientos de metros de nieve y hielo. Analizando con cariño miles de imágenes de satélite y se percataron de una estructura circular marcada con el terreno. Un agujero en el suelo que podría contener megaciudades actuales como París o Londres. 

Y luego, ¿qué?

El trabajo de los investigadores no ha hecho más que comenzar. De momento, las conclusiones son preliminares y apresuradas. Al parece, se trata de uno de los impactos más recientes encontrados. Aunque los propios expertos se muestran cautos en cuanto a la edad del cráter.

Tampoco se han establecido aún cuáles fueron las consecuencias sobre la vida en la Tierra y sobre el propio planeta. En esos primeros informes se estima que el golpe pudo cambiar las corrientes en el Atlántico Norte. Un impacto mucho mayor y más antiguo, el de Chicxulub, acabó con los dinosaurios. Una que dejó una círculo en la península de Yucatán de más de 150 kilómetros hace 65 millones de años.