España ha registrado más de un centenar de brotes de coronavirus desde que comenzó la desescalada. Y sumando y confinando: el de la comarca del Segrià, en Lleida, ha obligado a las autoridades a dejar en casa a más de 200.000 personas, y el de la comarca de A Mariña, en Lugo, a otras 70.000. Se extiende, con ellos, la tendencia a obligar a llevar la mascarilla incluso en espacios cerrados.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de brote? En su Estrategia de detección precoz, vigilancia y control de Covid-19, el Ministerio de Sanidad lo define como “cualquier agrupación de tres o más casos confirmados o probables con infección activa en los que se ha establecido un vínculo epidemiológico”. El texto también establece que son las Comunidades Autónomas las que han de notificar los brotes que detecten, con los siguientes datos: la provincia, municipio y ámbito (establecimiento o institución) donde se haya producido; si existe un primer caso importado (y de dónde procede; y la fecha de inicio de los síntomas del primer caso. También se incluirá el número de contagiados total y el número de casos fallecidos.

El documento mencionado, que publicó el Gobierno para establecer la estrategia de prevención del Covid-19 durante la desescalada y la nueva normalidad, también estipula los periodos de cuarentena en casos leves hasta un máximo de 10 días, cuando antes eran 14; la reducción sigue las recomendaciones de la OMS, que también implica estipular que el aislamiento se mantendrá hasta que hayan pasado tres días desde el fin de la fiebre y del cuadro clínico, o un mínimo de 10 días desde el inicio de los síntomas. En casos asintomáticos se mantendrá hasta 10 días después de la fecha de diagnóstico.

La guía incluye además la recomendación de la realización de PCR a los contactos estrechos de casos confirmados “con el objetivo principal de detectar precozmente nuevos casos positivos”. En caso de que el resultado de la PCR sea negativo, se continuará con la cuarentena hasta 14 días después, aunque puede realizarse de nuevo PCR  los 10 días del último contacto con el caso.

Para desarrollar estas medidas, el documento distingue entre caso sospechoso, que define como “cualquier persona con un cuadro clínico de infección respiratoria aguda de aparición súbita de cualquier gravedad que cursa, entre otros, con fiebre, tos o sensación de falta de aire”, aunque otros síntomas como la odinofagia, anosmia, ageusia, dolores musculares, diarreas, dolor torácico o cefaleas “pueden ser considerados también síntomas de sospecha de infección por SARS-CoV-2 según criterio clínico”; caso probable, que se referirá a una “persona con infección respiratoria aguda grave con cuadro clínico y radiológico compatible con COVID-19, y resultados de PCR negativos o casos sospechosos con PCR no concluyente”; caso confirmado con infección activa, que serán las personas que cumplen “criterio clínico de caso sospechoso y con PCR positiva”, o que cumplen “criterio clínico de caso sospechoso con PCR negativa y resultado positivo” por serología de alto rendimiento (no por test rápidos), o las personas asintomáticas “con PCR positiva con Ig G negativa o no realizada”; también se contemplan las infecciones resueltas, como “persona asintomática con serología Ig G positiva independientemente del resultado de la PCR (PCR positiva, PCR negativa o no realizada); y los casos descartados, “caso sospechoso con PCR negativa e IgM también negativa, si esta prueba se ha realizado, en el que no hay una alta sospecha clínica”.