Desde las primeras semanas de la crisis sociosanitaria del coronavirus SARS-COV-2 se han venido utilizando las pruebas de diagnóstico PCR, por sus siglas en inglés: la reacción en cadena de la polimerasa. Es una prueba que se utiliza también para muchas otras enfermedades infecciosas y, cuando es positiva, significa que el virus se encuentra en esa muestra, por tanto la persona está infectada. Tarda entre dos y cuatro horas en ofrecer un resultado, lo que limita el número de tests que se pueden realizar. 

Pero en fechas más recientes, y en especial a partir de este lunes, en el que se empezará el estudio de seroprevalencia en varias Comunidades Autónomas para detectar a las personas que están o han estado contagiadas (y pueden haber desarrollado anticuerpos), se han empezado a manejar los tests rápidos, entre los que existen dos tipos: por un lado, los antigénicos, que se hacen a partir de una muestra respiratoria del fondo de la nariz o la boca, obtenida con un bastoncillo, y sirven para detectar las proteínas (antígenos) de la superficie del virus. En segundo lugar existen los test serológicos, donde se toma una muestra de sangre para detectar los anticuerpos que producen las defensas del organismo días después de ser infectado por el virus.

Los kits de detección tienen un funcionamiento similar a los test de embarazo: se basan en una técnica denominada inmunocromatografía en papel: presentan un papel “que tiene 'pegados' o bien anticuerpos que reconocen las proteínas del virus, en el caso de los antigénicos, o bien moléculas del virus que reconocen los anticuerpos generados por nuestro organismo para defenderse, en el caso de los serológicos”, explica la Agencia SINC. Exactamente como ocurre en los test de embarazo, en el dispositivo aparece una línea de color cuando el paciente sea positivo en SARS-CoV-2.

Sin embargo, pese a su rapidez, este tipo de pruebas son menos fiables que la PCR, y en ello han estado insistiendo los equipos del Ministerio de Sanidad. En las pruebas antigénicas un resultado positivo significa, como en la PCR, que el virus está presente en la muestra. Según la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), tanto la PCR como este test rápido “proporcionan un diagnóstico específico en la fase inicial del brote”.

En cuanto a los test serológicos, no se detecta al virus directamente, sino los anticuerpos que el organismo ha producido para defenderse de él. Así, el resultado también indica que la persona está o ha estado infectada. Lo que se reconoce es un tipo de anticuerpo llamado inmunoglobulina M (IgM), que es el primero en aparecer en cualquier infección, y en este caso, el kit reconoce las igM que se han generado específicamente contra el coronavirus. Se producen aproximadamente a los siete días, dos más tarde que la aparición de síntomas, por lo que este tipo de diagnóstico no es tan efectivo al principio de la infección.