¿Qué huellas deja el coronavirus en las aguas residuales? ¿Disponemos de alguna pista en ellas para conocer mejor al nuevo coronavirus? El Grupo de Análisis Científico sobre Coronavirus del Instituto de Salud Carlos III lo ha investigado, y ha publicado los resultados de su estudio en un informe sobre análisis de aguas residuales para el control del SARS-CoV-2.

Para empezar, el centro aclara que “el tracto gastrointestinal puede verse afectado por el coronavirus SARS-CoV-2, según apuntan diversos estudios realizados hasta la fecha”, que señalan que “el material genético del virus está presente en heces de pacientes con COVID-19”, y se puede excretar durante “largos periodos de tiempo”. Así, el Instituto Carlos III explica que “la detección de virus en muestras de aguas residuales es una herramienta útil ya conocida para la vigilancia epidemiológica, ya que supone un indicador de circulación del virus entre la población”, que hace posible “detectar casos leves o asintomáticos”, por lo que puede servir como “herramienta de alerta temprana para identificar de forma precoz la presencia del SARS-CoV-2, tanto en el momento actual como en posibles rebrotes o segundas oleadas de la infección”.

El centro tranquiliza respecto a la posibilidad de que las aguas fecales puedan ser canales de contagio del virus: “hasta la fecha no se ha confirmado ningún caso de transmisión fecal-oral del virus ni hay evidencias científicas que indiquen que las aguas fecales sean una vía de transmisión del virus”. Así, a pesar de que reconoce que hay investigaciones que sugieren la posibilidad de que el SARS-CoV-2 se transmita por vía fecal-oral, “hacen falta más estudios, sobre todo a nivel ambiental, para determinar las condiciones que pudieran favorecer dicha transmisión”, aunque ésta parece improbable “debido a la poca estabilidad del virus en el medioambiente y su elevada sensibilidad a los desinfectantes”.

El primer estudio sobre detección de SARS-CoV-2 en aguas residuales se hizo, según el Carlos III, en los Países Bajos, en muestras procedentes de varias ciudades y un aeropuerto. “Los autores pudieron identificar el virus en todas las muestras recogidas durante el mes de marzo, cuando la prevalencia de COVID-19 era muy baja, de aproximadamente de 1-3 casos por 100.000 habitantes”. Posteriormente, se han analizado aguas residuales en diferentes países (Estados Unidos, Australia, Francia, Italia, Israel y Turquía”, detectándose en todos ellos la presencia del SARS-CoV-2.

En España hay dos estudios del grupo de investigación, “liderados por la Dra. G. Sánchez, del IATA-CSIC, que analizaron muestras de aguas residuales recogidas entre febrero y abril procedentes de diferentes EDAR (estación depuradora de agua residual) metropolitanas de Valencia y Murcia”. En ellos se han encontrado rastros de SARS-CoV-2 “en más de un 80%”. El Instituto Carlos III explica que, con este tipo de vigilancia, “se pudo confirmar que el SARS-CoV-2 circulaba en diferentes comunidades antes de la declaración de casos por parte de las autoridades sanitarias”.

Así, en tres municipios de Murcia, “el ARN viral aparecía en las aguas residuales hasta dieciséis días antes de confirmarse el primer contagio y, de manera similar, en los Países Bajos se detectó el virus en agua residual de la EDAR de Amersfoort, cerca de Utrecht, semanas antes de que se confirmase el primer caso en dicha localidad”.

La vigilancia medioambiental utilizando muestras de aguas residuales ya se realiza “desde hace tiempo para la monitorización de la posible circulación de poliovirus en la población”.