Si vas a una escuela de Ingeniería y preguntas a sus estudiantes a quiénes les gustaría trabajar en Google, seguro que un buen porcentaje de manos se levantarían. Sin embargo, no todo es tan bonito como lo pintan. The New York Times Magazine acaba de publicar un extenso reportaje en el que los autores, Noam Scheiber y Kate Conger, relatan cómo las voces que se alzan para protestar o disentir suelen terminar en la calle. 

Es el caso de Lawrence Berland, que recibió el aviso de su despido el lunes antes de Acción de Gracias, por correo electrónico. ¿La justificación? "Según una meticulosa investigación, la compañía ha descubierto que ha cometido usted varios actos que violan las políticas de Google". Sin más explicaciones. Berland llevaba más de diez años como empledo. Unas semanas antes, lo habían suspendido por mirar los calendarios públicos de algunos directivos de quienes sospechaba que se estaban reuniendo con consultores externos para suprimir actividades organizadas. 

Rebecca Rivers fue despedida tras anunciar que era una persona transgénero y que tenía intención de hacer la transición de género

Más despidos
Ese día, al menos otros tres empledos fueron despedidos por motivos similares. Rebecca Rivers, que era ingeniera de software, recibió una llamada telefónica tras haber accedido a algunos documentos internos. Acababa de anunciar que era una persona transgénero y que tenía intención de hacer la transición de género. Los otros dos, Sophie Waldman y Paul Duke, ni siquiera tuvieron un aviso previo. La primera, también ingeniera de software, recibió el aviso de presentarse a una reunión con quince minutos de tiempo. Duke asegura que la invitación apareció en su calendario un minuto antes de ser despedido y acompañado por el personal de seguridad hasta la salida del edificio, sin pasar por su mesa. "Tuve que descbirirles cómo eran mi cazadora, mi bufanda y mi mochila", afirma. 

Google intentó bloquear una reunión de sus empleados de Zurich para hablar de sindicalización

Durante el último año, Google parece haber tomado medidas drásticas, según The New York Times Magazine. En octubre, los empleados de la sede en Zurich convocaron una reunión para hablar sobre su sindicalización. La compañía intentó bloquearla, pero no lo consiguió, según informó en su momento Recode. The New York Times también se hizo eco de la contratación de una empresa consultora experta en evitar la entrada de sindicatos en las organizaciones. 

Adiós a los valores
"Google atrae a la gente con talento, porque la empoderamos para cambiar el mundo", escribía el fundador Larry Page en el folleto de la salida a bolsa de la compañía en 2004. Mucho parece haber cambiado desde entonces. "Es difícil no percatarse de que Google y Facebook se han convertido en un duopolio de la publicidad, con un inquietante control sobre a qué presta atención el mundo. Y después de las elecciones presidenciales de 2016, las consecuencias de la revolución de las redes sociales empezó a parecer distópica. Muchos ingenieros se sintieron profundamente angustiados al saber que algunos gobiernos extranjeros habían utilizado su tecnología en un intento de influir en la política doméstica", explica The New York Times Magazine.

La revista ha tenido acceso a documentos que demuestran que Google firmó en secreto en 2017 un contrato con el Departamento de Defensa de Estados Unidos para monitorizar a personas y vehículos a través de vídeos grabados por drones: el proyecto Maven. "Algunos empleados preocupados empezaron a buscar en el código y en los documentos y a recopilar sus hallazgos. Una activista, una ingeniera llamada Liz Fong-Jones, llamó la atención sobre el proyecto Maven en un post del blog interno", explica la publicación, "y el círculo de preocupación creció. Muchos ingenieros temieron que la tecnología pudiera usarse para identificar indiviudos que se convirtieran en objetivos de asesinatos. Un número cada vez mayor de trabajadores llegaron a la conclusión de que el programa no tenía cabida en los valores de Google y querían que los directivos lo supieran".  

Un grupo de empleados publicaron una carta abierta interna para que se cancelara el proyecto. Rápidamente, miles de compañeros suyos la firmaron. "Los trabajadores no se estaban organizando para salvar el mundo de Google, también se estaban salvando a sí mismos de Google", concluyen Scheiber y Conger.

Quizá si los estudiantes de las esucelas de Ingeniería supiesen toda la verdad sobre Google, se levantarían menos manos.